domingo, 7 de febrero de 2010

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE PROPONE DAR DOS VUELTAS Y MEDIA

¡Qué hermosura de campo nos ha dejado Enero! Parece mentira que no estemos en la calle de rodillas dando gracias por tanta belleza. Da igual a quién ni a qué. Igual podemos hacerlo a Dios que a la infinidad de sus nombres. Lo mismo da que demos gracias sol que a la naturaleza, pero que se vea algún acto humano de acción de gracias, un rasgo tribal, que es lo que somos al fin y al cabo, tribus conviviendo, cada una más fuerte que la otra en una sucesiva escalera de envidias.

El primer mes del año es el mes del almendro, de todos los almendros, es el mes del Sur y de su luna brillante. Es el tiempo de las nieves, de las que coronan los altos cerros y las sierras, y de la otra, rosada y tibia, de la flor del almendro. Y así llega Febrerillo, menos loco que antes pero igual de ventoso, con una luna regalada, grande como un pandero de Montes, luminosa y cercana, como la cara de una madre. Sin embargo, y a pesar de la regalada belleza que disfrutamos los favorecidos habitantes de este trozo florido de Al Andalus, hay un dolor en la belleza proporcional a ella misma: cuanto más belleza, más dolor, aunque nadie repare en ello y, si lo hace, no quiera oír su conciencia. Pensar, lo que se dice pensar mucho, no se piensa, y menos en eso, la verdad, y es por miedo al dolor.


Reflexionar en cuan injusto es el reparto de dones entre los humanos es tarea a la que no podemos aspirar sin sufrir. porque ademá no nos corresponde en su primera instancia. Pero recapacitar en lo mal que hemos hecho el reparto del mundo es un compromiso, un acto de madurez, una responsabilidad humana –o debiera ser- y tendríamos que tomarlo como una obligación colectiva. Por ello habríamos de invitar a todos los habitantes del globo a una reflexión comunal para dar inmediatamente un giro de novecientos grados, dos vueltas y media, hacia unos nuevos horizontes, o sea, efectuar un cambio drástico y urgente. Esta sensata actitud que sólo se le ocurre a las almas que sienten pertenecer a un todo y que, aun estando perdidos en el cosmos, se encuentran en el mundo, en un mundo redondito y pequeño como una manzana, en un planeta azul que no cuidamos y, por tanto, que no merecemos, debiera ser lanzada por Internet, arma que bien podría ser su hilo conductor -debido a su alcance y a su alto poder mediático- y así, un simple mensaje haría convulsionar a más de medio mundo de la necesidad que tenemos de que el otro medio forme parte de la vida y tenga más alternativas, la que nosotros fuéramos capaces de cederles desde "la civilización" generosamente…. Pero para ello hay que prescindir de muchas cosas -la mayoría, innecesarias- y dar más valor a nuestro hábitat y a los recursos que nos quedan aun. Participar en este cambio de actitud frente a la injusticia social es una obligación y se está convirtiendo en una necesidad. Sí o sí, porque negarse al cambio es firmar nuestra propia sentencia de muerte. Vaya, que nos vamos todos a tomar por donde amarga el pepino, si nos hacemos los sordos.

Desde esta garita que me enseña el dulce curso del almendro mientras mi corazón se conduele y lloro por tanto muerto y tanta insensatez, Mariví Verdú

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