Desde la misma puerta de acceso al Parque y Auditorio Curro Román estuve dando abrazos. El primero fue para mi queridísimo Antonio. Antonio Beltrán Lucena, a sus ochenta y siete años en el planeta -no los cumple hasta el 27 de enero-, está hecho un dandi y la yerbabuena no se le cae del bolsillo para nuestro deleite. Flamenco donde los haya, es mucho lo que Málaga y sus flamencos le debemos. De bien nacido, los paleños agradecidos. Málaga entera le rindió honores. El segundo abrazo fue de la hija de Antonio de Canillas, su Encarnita. Ella me reconoció y nos alegros tanto... en la foto con su hermana Mari Carmen, Antonio y yo. Gracias a Alberto del Pino.
Después de un largo aplauso y de la intervención de una señora del público que le dedicó un cante en recuerdo a su padre, seguidor de “Cantando y Contando”, programa que con tanto acierto dirigió nuestro querido homenajeado, continuó el cante con la actuación del marchenero Pepe Guzmán. Pepe, en su linea de siempre, estuvo acompañado por la espléndida guitarra de Chaparro de Málaga. Toda la ternura de este hombre sale multiplicada del brocal de su guitarra y nos llega hasta el corazón.
Con la salida a escena de los cantaores Carmen Ruiz y José Manuel Fernández, la genial bailaora Luisa Chicano y al maestro Antonio Soto, guitarra imprescindible para el baile, se fue poniendo el cuerpo a tono con el arte que el cuadro desprendía. No sé el motivo de omitir sus nombres en el cartel y englobarlo todo en un despersonalizado “cuadro flamenco” de Carrete. No habría estado de más haberlos nombrado a todos, ellos cantaron divinamente, la guitarra de Soto puso en ascuas la noche y el baile de La chicano nos metió pilas para trasnochar con toda la fuerza que emana de su corazón, la flamencura de sus pies y la gracia con la que vuelan sus manos por el aire. Y luego llegó el otro duende, Carrete de Málaga. A mi querido Carrete nadie le hace sombra, tiene la suya propia y a sus octogenarios años se mueve como un escultura viva y emocionada sobre las tablas. Lo vive. Viva tú, José Losada. Aún recuerdo cuántas veces fui a verte bailar al tablao “El Jaleo”, en Torremolinos, y la de veces que comí en tu casa tus inolvidables gazpachuelos. Hace tela de años, cuando al son de Santa Marta tiene un tren pero no tiene tranvía rememorabas a Fred Astaire y lo dejabas en babuchas... Una delicia el rato de baile, una verdadera maravilla de cinco grandes artistas encabezados por Carrete. Larga vida al rey.
Siguió el arte. Después del baile, llegó con un solo de guitarra de manos del hijo de Carrete, Joaquín Losada, su viva estampa.
La penúltima actuación de la noche corrió a cargo de Alonso “El Purili”, cantaor de La Línea, y de nuestro guitarrista Chaparro de Málaga. Una actuación que agradó a todos los presentes haciéndose Alonso sus pataitas con mucho arte e interpretando con una madurez y buen hacer impropios de su edad. Mucho talento tiene el linense y como dijeron más de uno de los cantaores: “Con esta guitarra -la de Chaparro- canta cualquiera. Yo lo digo por experiencia: hasta yo canté un día...
Besos, fotos, achuchones, larga conversación bajo la luna menguante con todos los amigos... Las cuatro de la mañana.
Llegué al Garitón con ganas de escribir pero el cuerpo me pedía reposo. Esta mañana me puse a los nueve y son las dos. Entre medio de las palabras he conversado con varios amigos allí presentes, nos hemos intercambiado fotos y buenos deseos y he hecho un gran repaso a mis archivos dándome cuenta de que tengo tantos recuerdos que tendré que hacerme con una guía de mi memoria, por años o por sentimientos que son todo una regla de tres. Eso es la vida.
Y mientras, en el nacimiento del Río Cuervo, en la provincia de Cuenca, latiendo la otra parte de mi corazón.
Desde El Garitón, con ganas de seguir en el mundo, Mariví Verdú