Ayer estuve en la Casa de Cultura “Vicente Aleixandre”, en una de mis casas preferidas, viendo la exposición de un pintor alhaurino, Manuel López Luque: Rincones de mi pueblo.
Ha estado abierta desde el 22 de septiembre pero a mi me ha pillado preparando la mía y hasta ayer no pude dedicarle el tiempo preciso. He de confesar que, si de una muestra cuidada y entrañable se trataba, más importancia he de darle al encuentro con su autor. Manuel fue panadero y ha regentado hasta su jubilación un negocio de ultramarinos en Alhaurín de la Torre. Estudió con don Emilio Romero Hinojosa sus primeras letras y el sólo hecho de mentar a su maestro en la pequeña biografía que recoge el folleto de presentación, da fe de su calidad humana, ya lo dice el refrán: De bien nacido el ser agradecido. Admiro y me inclino ante las personas generosas que no olvidan quienes estuvieron ahí, cuidándonos, dándonos lo mejor de sí mismo, transmitiendo sus conocimientos. Líneas antes ya había nombrado a sus padres, como era de esperar de una persona buena. Fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre y Hermano Mayor de “Los Moraos” en dos épocas. Nunca tuvo tiempo para dedicarle a la pintura y fue a raíz de su jubilación cuando siente la inquietud de pintar por llenar el tiempo, ese tiempo que, de no usarlo bien, se puede volver en contra. Lo podía haber empleado en ir a jugar al dominó, en sentarse ante la televisión, en la plaza o en el hogar, entretenimientos que yo no entro a valorar porque hay gustos para todo, pero escogió la pintura. Y el motivo: su pueblo natal, Alhaurín de la Torre, mi pueblo de elección.

La verdad es que me alegré de ir y me encantó hablar con él. Manuel es de esas personas que presta atención a las palabras y valora los momentos de comunicación con ese encanto fraternal que aún no se ha perdido en los pueblos y que en su caso es más interesante y profundo de lo común. Como dije en una letrilla mía:
A mi me gusta mi pueblo
porque queda todavía
mucha gente que al cruzarnos
nos damos los buenos días.

Desde El Garitón, esperando la lluvia y disfrutando las flores leves que me da la begonia de hojas y los diminutos racimos de la flor del dinero, Mariví Verdú.