domingo, 25 de septiembre de 2022

VARIACIONES SOBRE EL AMANECER: OTOÑO DORADO Y SUS MEMBRILLOS, por Mariví Verdú

Desde que compré mis nuevas gafas de cerca, ha cambiado algo mi visión de la vida: la veo mejor, más clara y precisa, algo que no supone que lo que veo sea perfecto o simplemente bueno, de hecho no me gusta nada lo que me enseña el mundo, sino que aparece ante mis ojos más nítido, se me revela más real, irremisiblemente escaso de tiempo y sentimientos y me deja rebosando de nostalgia y melancolía. Procuro mantener muy limpios mis lentes. Dicen que son progresivos y la verdad es que no necesito que esto progrese mucho porque lo que realmente quisiera es que parase el mundo y bajarme de él ad astra. Como no podré hacerlo tan lejos, me voy ad mare nostrum, a Los Álamos, y me quedo calladita ante su sonoro silencio. Oh nanas del agua, canción larga y eterna de mi infancia y mi muerte. Allí no necesito gafas de ver. Allí, desnudo, se ralentiza mi corazón y me dejo ir en su vaivén mientras me pongo tierna, pienso y agradezco

Esta mañana que, como cada domingo, prescindo de la playa en multitud, cansada de dormir, estoy deseosa de comenzar el plan que establecí el día 21 para organizarme el otoño, el próximo invierno y mis setenta primaveras en el planeta. Enciendo el ordenador y abro archivos. He considerado lo mucho que  necesito ahora tiempo, tesón y eficacia para editar mi obra. Menos mal que he invertido infinidad de horas en fechar y ordenar los trabajos, cosa de lo que hoy me alegro infinitamente. Sí, he considerado que ya está bien de esperar. Los deseos suelen hacerse realidad con ganas y un poco de suerte -ya saben: poder es querer- pero siempre con voluntad y nuestras propias manos. Ni creo en las musas ni espero nada de otros. Todo es constancia y atrevimiento. No envidio a quien ha tenido su vida resuelta para que su palabra llegue antes al mismo sitio que llegarán, a la vejez, las mías. Después de acaecer el triste milagro del tiempo y las variaciones que trae consigo, todo, al fin, podrá ser.

Me he sentido feliz una vez terminados los trabajos emprendidos a principios de 2022 y las cosas están ya donde tienen que estar. Ahora le toca a mi obra, una extensa obra que no supe hasta ahora lo que significaba, lo que encierra, lo que muestra al mundo: mi vida. Sí, amigos, me doy cuenta de que en ella va mi vida, esa mezcla de tiempo y entrega a la palabra que soy yo. Y no soy escritora porque alguien me bautice con ese nombre o me tengan en cuenta las editoriales, no: soy escritora por la gracia, no se si de Dios o de birlibirloque, pero sí por la dedicación de casi sesenta años de volcarme en la blancura de mis libretas, de mis folios, de mis blogs, de mis documentos doc, pages, pdfs... Una palabra detrás de otra y sobre todas ellas mi corazón. Desde mi primera canción, aquella que escribí cuando todavía no tenía una docena de años, hasta hoy, todo mi mundo está en archivos de texto. Y todos mis recuerdos en álbumes y jpgs, en tiff, mp4s, mkws, 3gps, VOBs... fotos, gente querida, pinturas, bordados y manualidades, actuaciones, muchos momentos únicos e irrepetibles. Mis creaciones en power point, literarias, flamencas, personales... Sí, amigos, he dejado registrado desde el ciclo anual de los almendros hasta el canto de los mirlos en las mañanas de primavera y, con un poco de suerte, no quedarán en el limbo. Francisco ha dicho que de eso nada.

Aún no se ha secado el pozo de mi creatividad pero me doy una tregua. Me voy a dosificar para poner mi obra al día, para sacar a la luz títulos como “De Dios y de su falta” donde dejo de ir mis inquietudes metafísicas y entrego al aire mis dilemas; “Cantos y silencios flamencos” para el que necesito dedicación y acierto a la hora de escoger lo más florido de mis letras; “Muerte en Ibiza”; “Portales de la infancia”; “El poder de las cosas pequeñas”; “La grata tarea de barrer jazmines”... Y así hasta muchísimos títulos. De todos no me dará tiempo y para todos no me llegará el presupuesto, pero... voy a empezar.¿Quién sabe qué pasará en el futuro?

De momento voy a coger los últimos chumbos y uvas moscatel de la temporada y los dulcísimos membrillos del arriate de abajo, que hoy es domingo y aún no he desayunado con tanto organizarme el porvenir.

Que el futuro es muy oscuro,
el futuro es muy oscuro, ¡Ay!
trabajando en el carbón.

Desde El Garitón, mientras escucho a Chavela Vargas y su nave del olvido, amaneciendo en estos instantes a la vida
Mariví Verdú

En la foto, mi Missi dándome la razón.

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