y permite que las cosas
no se vayan para siempre. (...) De su poema Nostalgia.
Ayer nos dejó Juanita Torres, poeta y amiga. Fui a despedirla de este mundo que compartíamos y amábamos. Llovía una lluvia fina. El color de la lluvia tenía mucho que ver con la tristeza del día. Juanita se ha ido joven, niña diría yo. Se rebeló contra la vejez y se quedó en la infancia, aquella que proclamaba eterna Claudio Rodríguez y que ella no ha hecho más que corroborar. Anoche estuve viendo sus fotos y leyendo uno de sus libros de poemas “El color del río”, publicado en 1998.
El tiempo que me interesa
no está dentro del reloj;
tampoco en el calendario.
Sólo está en mi corazón. VI Pensamiento
Juanita y yo nos conocimos hace muchos años en las reuniones de los domingos por la mañana en la Plaza de la Merced. Eran tiempos amables, éramos jóvenes aún y teníamos inquietudes literarias. Allí acudíamos los amantes de la poesía a mitad de la década de los noventa, con frío y con calor, al aire libre, sentados todos en los bancos y escuchándonos los unos a los otros. Siempre paraba algún curioso a ver aquel grupo tan heterogéneo que solo tenía en común algo tan etéreo como la Poesía. Algunos poetas venían de puntos distantes como Juan Arias, Paco Acosta, Juan Perea Cerón y el director de Bib Azahar del que ahora no recuerdo su nombre, ellos desde Alhaurín de la Torre. Amigas de aquel entonces como Pilar Bugella, Carmen Aguirre, Florita Pascual y Juanita Torres García pasaron después por el colectivo AME dejando una marcada huella de su paso. La AME son las siglas de la Asociación Malagueña de Escritores “Amigos de Málaga”, entidad que presidí entre los años 1999 y 2001 y que tanto bueno me ofreció desde las Bodegas El Pimpi con aquel plantel de artistas que se reunía por fin bajo un techo: El Palomar.
(...) Y aunque parezca dormida,
descubrimos de repente
que la amistad nunca cambia
y está donde estuvo siempre. De su poema Nostalgia.
en medio de mucha gente,
pero sólo es un ensayo
para encarar a la muerte. (...)
De su poema Soledad.
Me gustaría ser creyente para poder decirle: hasta pronto, Juanita. De momento solo creo en la vida y en el maravilloso regalo de la amistad.
Desde El Garitón, con los pies helados Mariví Verdú
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