Una vez más nuestra querida peña, nuestro rincón flamenco preferido, el Rincón del Cante de Las Castañetas, se esforzó en traernos lo mejor, lo más florido del flamenco actual para el disfrute de nuestros socios, simpatizantes y amigos, como cada último sábado del mes en la sobremesa de nuestro almuerzo flamenco. Esta tarde hemos tenido la ocasión de disfrutar de un arte muy malagueño. Para ello hemos contado con dos artistas excepcionales: la cantaora Amparo Heredia ‘La Repompilla’ y el guitarrista Rubén Lara.
Presentada por Inma Reina y Joaquín Cabello, fui la encargada de dar la bienvenida a los artistas invitados.

Amparo Heredia Reyes “La Repompilla” hace honor al nombre artístico de su madre, Rafaela Reyes Porras, que su vez lo heredara de su tía Enriqueta Reyes “La Repompa de Málaga” que murió en 1959 con solo veintiún años. Amparo, hija del guitarrista Luis Heredia y de Rafaela, nació en 1970 en los Estados Unidos y es heredera del importante legado flamenco de una saga que ha vivido de derrochar arte por los tablaos. Comenzó a cantar a los dieciséis años en Miami, de la mano de Juan de Alba. Con un rodaje importante por aquellas tierras, empezó a trabajar en Casa Patas, uno de los más prestigiosos tablaos flamencos de la capital de España. Amparo, sobrada de compás, fue y es requerida por muchos bailaores. Y de cantar p’atrás con éxito, pasó a cantar p’alante por derecho. Los reconocimientos por su arte y profesionalidad los recibe siempre del cariño del público pero se materializan por los premios que tiene en su haber: el Premio por Seguiriya y el Premio por Tangos del Festival Internacional del Cante de las Minas en el año 2015. Un año después, en 2016, ganó el Premio por Soleá del Festival de La Unión. Y en 2021 se proclamó ganadora de la Lámpara Minera en la Sexagésima Edición del Festival Internacional del Cante de las Minas.

Rubén Lara Cruces nace en Málaga el día 3 de Marzo de 1993 de familia oriunda de Cañete La Real por ambas líneas. Es hijo de María del Carmen Cruces Jiménez y José Lara Ruiz, gran aficionado al flamenco y primo del gran cantaor José Serrano Ramírez “Pepe de Cañete”, por lo que la abuela paterna de Rubén y la madre del cantaor eran primas hermanas. Alumno aventajado de la Escuela Municipal de Flamenco, Rubén empieza a tocar pillando flamencura por todos lados: directamente, de Antonio Soto, por ser su maestro; del gran bailaor Pepito Vargas y de José Gabriel Campos Reyes “Kiko”, tocando en sus clases para el baile; de los guitarristas Gabriel Cabrera y Paco de Ronda, también profesores de la escuela, que tanto apoyaron sus estudios.
De Rubén, asiduo de la Peña Juan Breva adonde le descubrí hace muchos años, pude comprobar el talento y el amor que le tiene a la guitarra. Debutó jovencísimo en el Teatro Cervantes de Málaga y vino invitado a la gala de entrega de los Botijos de Oro, en el Centro Cultural Vicente Aleixandre de Alhaurín de la Torre, donde colaboró como solista interpretando una preciosa soleá, un tema inspirado en dos grandes maestros suyos: Paco de Lucía y Antonio Soto.

En una entrevista que le hice hace quince años para la Revista Flamenca “Calle del Agua”, cuando empezaba a abrirse paso en el delicado mundo del flamenco, le pregunté si se parecía a alguien tocando y me dijo: –Creo que no. Pero tengo algunas preferencias. De Sabicas cojo algo, de Diego del Gastor, de Paco de Lucía. Pero el que más ha influido en mí es Antonio Soto. Y a la pregunta de ¿Qué te gusta más del flamenco?, me contestó: –El cante. La pena es no tener buena voz. Me hubiera gustado tenerla. Buena voz y levantar al público. Y me tengo que conformar con la guitarra... Me alegro tanto de que haya sido lo que es hoy: un guitarrista singular, con talento y con toda la vida por delante.
Ayer nos hicieron disfrutar de una tarde flamenca con el saber hacer de los dos, interpretándonos en la primera parte: Malagueñas y abandolaos, tientos y tangos y soleares de Cádiz. Después de un descanso de quince minutos dio comienzo la segunda parte con los cantes de levante para continuar por seguiriyas, tangos de Graná y rematar la actuación por bulerías. A petición de un público entregado, nos regalaron un par de fandangos y los despedimos en pié y con un grandísimo aplauso.

Todo un lujo de tarde para los aficionados que conforman este rincón del arte que ayer estuvo sobrao de talento y completo de un público feliz. Enhorabuena a Juan Moreno, presidente, por su gestión, y a todos los colaboradores altruistas por estar siempre al quite, en particular a los que nos guisaron la magnífica fideuá que nos comimos con deleite. Un placer pertenecer a una entidad que da clases de saber estar y de compañerismo. Y además, flamenca y verdialera ¿Quién da más?

Gracias a mí amigo Juani Soler por llevarnos de postre un canasto de nísperos tan ricos, recién cogidos, y a su primo Salvador Rodríguez por llevarme y a los dos por todo. Gracias.
Cariñosamente, desde El Garitón, a punto de amanecer,
os lo cuenta
Mariví Verdú
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