

Creer o no creer en Dios es una cuestión vital que puede llevarnos toda la vida. Creer en las sagradas historias que nos hablan de las vidas de Dios es cuestión de fe, de educación y de geografía. Pero llegado este tiempo de balance concluye todo en un misterio que florece en un simple portal de maderilla y paja. El simple acto de abrir unas cajas de cartón y quitar las envolturas a las bellas imágenes de barro cocido, ese santo reencuentro alcanza en nuestra cultura tal importancia que cualquier planteamiento real o científico pierde sus razones. Qué emoción tener en las manos a José y María, a los Reyes Magos, al Niño de Dios que en primavera será Cristo. Es tal la ternura y el placer del Nacimiento que trasciende a la propia religión.

...Y sobre el portal
he colgao al angelillo
con un hilo de pescar.
Ayer pasé un buen rato con los compañeros de Diario La Torre, almorzamos y brindamos, hablamos de este mundo y del otro, nos intercambiamos buenos deseos. También nos hicimos una foto ante el Portal de Belén. Y me quedé con ganas de decirles una décima que improvisé en la comida. No es tarde aún. Ahí va, amigos.
(En particular para Antonio García Velasco, Manolo Montes y Luis Bravo).

Ya estamos en Navidad,
un año más ha pasado
y aquí nos hemos quedado:
Dios ha tenido bondad.
Bendita sea la amistad,
oh, don del alma sincera,
porque lleva por bandera
la verdad, nada más sano
que este sentimiento humano
que nos honra y nos supera.
Desde El Garitón, con cariño irremediable.
Mariví Verdú
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