
Es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que aun con estar hecho cuartos
no pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
al gañán y al jornalero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Ya han pasado las fiestas. Si les contara en qué ha consistido mi calendario de celebraciones, mi menú navideño, mis salidas de compras, unos sentirían envidia, otros sentirían piedad, muchos se reirían y casi nadie se lo creería. Por eso no lo voy a contar, para que ninguno se lleve las manos a la cabeza. La vida de cada cual es, en estos días, el espejo más fiel de lo que se es. Claro está, como nos descubrimos ante el mundo hay que ocultar las carencias y manifestar un lujo que, en la mayoría de casos, ni nos va ni es cierto. Mucha gente habrá tenido que ir al médico por un resfriado cogido por el escote o por un empacho a causa de los atracones de carne y mantecados.
Desgraciadamente, a pesar de las comidas en multitud, ya sean familiares o de empresa, la gran mayoría ha estado más solo que la una y más triste que un potaje viudo.

Yo le temo a las fiestas, que ya es difícil superar el día a día sin perder la cabeza para que te den tres tazas. Por más decisiones drásticas que se vayan tomando al llegar a la curva de los sesenta, más contratiempos van surgiendo, más duro se vuelve el azar, más ratificante nuestra condición de poca cosa, de seres vulnerables y más obvio es que el que manda es el don que cantara don Francisco de Quevedo. Y es que la vida, con su boca abierta y su hambre feroz, nos engulle como a un buñuelo de viento. Y gracias si antes no nos pone malos de la tensión, de los nervios, o nos sale cualquier bulto o culebrina -antes se curaba con pólvora-. Desde luego, siempre acaba echándonos sal en la mollera. Ni con dinero podemos evitar que la vida acabe cuando le sale del sitio que hiciera famoso la Bernarda.

que a la muerte no le importa
que sepas o no morír.
Desde el Garitón, insatisfecha siempre a pesar de haber plantado árboles, de llevar escribiendo cincuenta años y de haber sido madre.
* A mi hijo Pedro, al que le dejo mi amor como legado. El único que nos podemos llevar con nosotros.
La primera foto, otra figura del Belén de croché realizado por mi madre, Victoria González Sánchez.
La primera foto, otra figura del Belén de croché realizado por mi madre, Victoria González Sánchez.
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