domingo, 5 de septiembre de 2021

PACO PADILLA, A LA MEMORIA DE MI BUEN AMIGO, por Mariví Verdú

Ayer, recién caído el sol del día 4 de septiembre nos dejó Francisco Padilla Robles, mi querido Paco Padilla. Me siento a escribir y a recordar esta mañana de domingo, cuando todavía está de cuerpo presente el que fuera uno de mis mejores amigos y quien más me enseñó de flamenco y de poesía. Mi agradecimiento siempre ha sido tan grande como hoy es el vacío que deja, no así en el recuerdo que hoy se agudiza, agolpándose los momentos vividos en mi cabeza y en mi corazón.
Me queda la satisfacción de haber gozado de su amistad y de su compañía en momentos inolvidables y haberle propiciado momentos de alegría y de justicia, no en vano lleva la insignia de “Calle del Agua”, un botijo de oro que lució siempre con orgullo, y de haberle acompañado en cuantos homenajes, cursos flamencos, en la inauguración del rincón flamenco que lleva su nombre y en el último homenaje que le brindó la Casa de Álora-Gibralfaro, acto del que guardo preciosos recuerdos y un magnifico video de Juan Antonio Piña, la misma persona, el amigo que acaba de darme tan triste noticia.

En 2003, junto al grupo malagueño Tabletom, tuvimos la idea de convocarlos y la suerte de reunirlos en el Centro Cultural “María Victoria Atencia”, que por entonces se denominaba “de la Generación del 27”. Allí fuimos para rendirles homenaje y escribí la biografía de Paco para la ocasión y para publicarla en nuestra revista "Calle del Agua". Dice así:

 
“Francisco Padilla Robles lleva toda una vida escuchando flamenco. Nació en Masmullar (Comares) el día 1 de julio de 1937, de Francisco y Dolores, y con diez años vino a vivir al Lagar de Morales, en Los Montes de Málaga, pintando el campo (sembrando) y ejerciendo de cabrero. Con 12 años trabajó de lechero y cuenta que el cabrero   le  echaba   la  bronca   porque dejaba  el  candil  encendido  hasta  las tantas. Lo que Paco hacía era leer: La araña negra, El Quijote, Diego Corrientes, El Barquero de Cantillana..., todo lo que le llegaba a las manos. Sólo necesitó muchas horas de lectura para aprender el idioma que hoy usa en su más genuina expresión.

Con 18 años vino a vivir al Arroyo de los Ángeles, en Málaga capital. Fue voluntario al servicio militar y como tenía ya buena letra y pocas faltas ortográficas, se encargó, junto con tres maestros, de la alfabetización de los quintos, que en aquellos tiempos franquistas era de lo más común. Hoy aún recuerda unos versos de Calderón de la Barca que estaban escritos en la puerta del pabellón: (…) caudal de pobres soldados/ que en buena o mala fortuna/ la milicia no es más que una/ religión de hombres honrados.  Me cuenta que sus primeros pinitos en verso  los hizo para un compañero de cuartel. Fue estando de cabo en Montejaque con ocho soldados para custodiar armamento. A petición de un tal Pepe, escribió una postal que envió junto a una foto hecha en Calle Cerrillo (algo así como en nuestra calle Camas, típico por las mujeres de la vida) con una mujer, para el día de San Antonio, y el texto decía así: A mi padre por su día/ esta postal le dirijo/ junto a una fotografía/ para que vea a su hijo/ hablando con la quería. Y...las cosas de los pueblos. A la semana siguiente novia y suegra corretearon a Pepe por todo Montejaque.  



Paco heredó de Francisco, su padre, el saber escuchar y  el amor por el flamenco. Venían andando desde el Lagarillo para ver y oír a todos los de la edad de oro flamenca: Manuel Vallejo, Niña de los Peines, Pepe Pinto, Niño León, Niño de la Huerta, Niño de Vélez, Diego El Perote, Niño de la Alameda, y trabó amistad con Niño Marchena y Niño de las Moras, a quien llamaba “El Compadrito”. Paco Padilla empezó de muy joven a cantar. Coincidió en el Campamento Benítez con su amigo Gonzalo Rojo. A veces se iban a una tabernilla de Churriana  llevando lo justo para media botella de vino. Se ponían en la barra y empezaban el mano a mano su amigo Antonio Ruiz Urbano y él... y comenzaban a llegar las botellas. Gran conocedor de todos los palos flamencos, los dice con un paladar exquisito.

Tras sufrir un grave accidente, Paco comienza a trabajar en la centralita del Hospital Civil como telefonista nocturno -también es elegido secretario del Comité de Empresa- por lo que durante diez años y suministrado de grandes lecturas conoce El Don Apacible, el 98, el 27... César Vallejo, Miguel Hernández, Lorca... Compañero en ideales de Paco Rabal, guarda muy gratos recuerdos del actor. Su capacidad, su entrega a los demás y un gran sentido de la justicia le hace escribir poesía social y de denuncia.


Ha sido Consiliario de la Peña Juan Breva cinco legislaturas, Secretario de la Casa de Álora durante tres, Delegado de Flamenco en A.M.E. y en la Peña El Sombrero, pregonero en la Noche Sanjuanera de Santón Pitar. Ha organizado Cursos de Flamenco en el Centro Cultural La Malagueña, en la Peña Fosforito “Influencia de los Cantes de Málaga en los Cantes de Levante” con Antonio de Canillas y Gabriel Cabrera; en la Peña Abadía “Ciclo de Cantes de Málaga “; Rincón Flamenco Parque del Sur, Peña La Trilla de Salobreña (Granada), Peña La Seguiriya de Osuna (Sevilla), Peña Manolo Caracol de Montalbán (Córdoba), Peña La Platería de Granada, Peña Curro de Utrera en la Guijarrosa (Córdoba)...y tantas más. Su más reciente colaboración ha sido con la Federación de Peñas, Centros Culturales y Casas Regionales “La Alcazaba”, como responsable del Área de Flamenco. La Junta de Distrito n.º 5 de Málaga le publicó un libro en la colección    Memorandum a Rafaela Luque, dedicados a una mujer, impulsora del movimiento ciudadano, muy querida y que por demás fue su esposa. Botijo de Oro de la Asociación Cultural Literario Flamenca “Calle del Agua” en el año 2003, es colaborador habitual de la revista de igual nombre y del periódico La Alcazaba. Hace más de una década que dirige un programa de radio en Onda Joven titulado “Así se canta en Málaga”, antes “Raíces del Cante” y es requerido para cualquier acto relativo al Flamenco ya que,  como veis, de raíces y frutos flamencos está llena la vida y la obra de Paco.”


Desde que le dediqué esta pequeña biografía hasta hoy han pasado dieciocho años. Así como son incontables las veces que nos hemos reunido en la década de los noventa y los primeros años del dos mil, en estos últimos quince años, después de la muerte de mi hijo, de dejar Málaga e instalarme en Alhaurín, puedo contar con mis manos las veces que nos hemos visto, pero todas son gloriosas.  

Hemos pasado momentos inolvidables que hoy cobran un color nuevo, un aire nuevo, una transparencia de eternidad. Descansa en paz, mi querido amigo Paco. Todas tus cosas, los libros, las enseñanzas, las risas, están a buen recaudo. Todo lo que me diste lo conservo y hoy alcanzan la cumbre de las herencias, la del alma, la más sublime de todas.

Desde El Garitón, oyendo cantar los pájaros y con lágrimas en los ojos, Mariví Verdú

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VAGÓN 12 DEL AVE. Crónica de un viaje exprés, por Mariví Verdú

Entrar en la Estación María Zambrano con una maleta y un billete de tren en la mano es salir al encuentro de la vida. Llevo lo imprescindibl...