En 2003, junto al grupo malagueño Tabletom, tuvimos la idea de convocarlos y la suerte de reunirlos en el Centro Cultural “María Victoria Atencia”, que por entonces se denominaba “de la Generación del 27”. Allí fuimos para rendirles homenaje y escribí la biografía de Paco para la ocasión y para publicarla en nuestra revista "Calle del Agua". Dice así:
“Francisco Padilla Robles lleva toda una vida escuchando flamenco. Nació en Masmullar (Comares) el día 1 de julio de 1937, de Francisco y Dolores, y con diez años vino a vivir al Lagar de Morales, en Los Montes de Málaga, pintando el campo (sembrando) y ejerciendo de cabrero. Con 12 años trabajó de lechero y cuenta que el cabrero le echaba la bronca porque dejaba el candil encendido hasta las tantas. Lo que Paco hacía era leer: La araña negra, El Quijote, Diego Corrientes, El Barquero de Cantillana..., todo lo que le llegaba a las manos. Sólo necesitó muchas horas de lectura para aprender el idioma que hoy usa en su más genuina expresión.
Con 18 años vino a vivir al Arroyo de los Ángeles, en Málaga capital. Fue voluntario al servicio militar y como tenía ya buena letra y pocas faltas ortográficas, se encargó, junto con tres maestros, de la alfabetización de los quintos, que en aquellos tiempos franquistas era de lo más común. Hoy aún recuerda unos versos de Calderón de la Barca que estaban escritos en la puerta del pabellón: (…) caudal de pobres soldados/ que en buena o mala fortuna/ la milicia no es más que una/ religión de hombres honrados. Me cuenta que sus primeros pinitos en verso los hizo para un compañero de cuartel. Fue estando de cabo en Montejaque con ocho soldados para custodiar armamento. A petición de un tal Pepe, escribió una postal que envió junto a una foto hecha en Calle Cerrillo (algo así como en nuestra calle Camas, típico por las mujeres de la vida) con una mujer, para el día de San Antonio, y el texto decía así: A mi padre por su día/ esta postal le dirijo/ junto a una fotografía/ para que vea a su hijo/ hablando con la quería. Y...las cosas de los pueblos. A la semana siguiente novia y suegra corretearon a Pepe por todo Montejaque.
Tras sufrir un grave accidente, Paco comienza a trabajar en la centralita del Hospital Civil como telefonista nocturno -también es elegido secretario del Comité de Empresa- por lo que durante diez años y suministrado de grandes lecturas conoce El Don Apacible, el 98, el 27... César Vallejo, Miguel Hernández, Lorca... Compañero en ideales de Paco Rabal, guarda muy gratos recuerdos del actor. Su capacidad, su entrega a los demás y un gran sentido de la justicia le hace escribir poesía social y de denuncia.
Desde que le dediqué esta pequeña biografía hasta hoy han pasado dieciocho años. Así como son incontables las veces que nos hemos reunido en la década de los noventa y los primeros años del dos mil, en estos últimos quince años, después de la muerte de mi hijo, de dejar Málaga e instalarme en Alhaurín, puedo contar con mis manos las veces que nos hemos visto, pero todas son gloriosas.
Hemos pasado momentos inolvidables que hoy cobran un color nuevo, un aire nuevo, una transparencia de eternidad. Descansa en paz, mi querido amigo Paco. Todas tus cosas, los libros, las enseñanzas, las risas, están a buen recaudo. Todo lo que me diste lo conservo y hoy alcanzan la cumbre de las herencias, la del alma, la más sublime de todas.
Desde El Garitón, oyendo cantar los pájaros y con lágrimas en los ojos, Mariví Verdú
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