miércoles, 26 de abril de 2023

VARIACIONES SOBRE EL AMANECER. II FESTIVAL UMA SALUDABLE, EL COMPAÑERISMO Y LA AMISTAD, por Mariví Verdú

Es necesario poner en valor la vida y los momentos que la hacen digna de ser vivida. Es por esto que me siento esta mañana a las cinco delante del ordenador y pongo en marcha mi memoria reciente -esa que a los mayores nos cuesta mantener despierta- para dejar constancia del día de ayer desde el mismo momento que subió el sol por el cielo. Es de justicia.

De entrada, me despierto en otro lugar que no es El Garitón y tengo que pensar cómo echar el pie al suelo porque el acto se torna distinto. Sin embargo, sé que es bueno salir de vez en cuando de nuestro lugar habitual,  salir de la zona de confort que nos brinda nuestro hogar, en mi caso de este campo familiar y conocido desde donde diviso una Málaga pequeña, recortada en azules de agua y cielo, perfilada por montes redondos y malvas y rebosante de luz y de vida. He de confesar que desde aquí se idealiza bastante cualquier cosa. La lejanía tiene eso. Pero la cercanía tiene matices tan hermosos, contiene detalles tan especiales que necesito contarlos, cantarlo en voz alta, compartirlos. De ahí mi razón de escribir.

Porque hay días que contienen regalo. Cualquier día, si lo miramos bien. Especialmente cuando coincidimos con los demás en darle a las horas un carácter especial, dedicar un tiempo a compartir, a comunicarnos, a ser felices, a dejarnos mimar y facilitarnos un bienestar que hemos ganado a pulso porque todos somos mayores de 55 aunque algunos, como yo, hace quince años que los cumplimos.  

Ayer participé en el II Festival UMA Saludable junto a mis compañeros de la clase que con tanto acierto dirigen Alejandro Álvarez Nobell y Andrea Castro. Estuvimos en el acto de inauguración que se celebró en el Área Cultiva UMA donde se presentó el programa de las actividades que tendrán lugar durante los días 25, 26 y 27 en los Campus Universitarios de Teatinos y El Ejido. Durante el acto se les premió a dos jóvenes (los de las camisetas verdes, el de azul es mi profe) la iniciativa de compartir coche para asistir a la universidad y con ello colaborar en la disminución de CO2 emitido a la atmósfera. Desayunamos por gentileza del Grupo de Desarrollo Rural del Guadalhorce con productos típicos de la zona. No faltaron naranjas del valle, aceitunas aloreñas, pan de Alhaurín el Grande, aceite y café. También nos ofrecieron los nísperos más dulces que comer se pueda. Una delicia. Tuve la ocasión de conocer a Lina Jiménez Romero, responsable de Acción Social adonde pertenece el Aula de Mayores y de compartir un rato con ella, con mi profesor Alejandro y con los compañeros Pepe Aguilera, Mercedes Fuentes, Esperanza Arce, Encarni López, Toñi Puertas, José Luis y otros de los que desconozco su nombre pero no ignoro su presencia.

Después de un rato de paseo por el Huerto Comunitario y el Aulario Rosa Gálvez, hicimos fotos y organizamos un almuerzo en cuestión de minutos. Las comidas de grupo son un motivo para la confianza, una forma de afianzar amistades. No se puede amar lo que se desconoce. Nosotros conseguimos hacer que el día se volviera memorable y eso ya es un gran objetivo conseguido. Saber que estaba rodeada de buenas personas, de muchísimo arte y de próximos con los que compartir gustos, aficiones, sentimientos y opiniones inspira confianza y dan ganas de vivir.

Considero que entre todos los regalos de la vida luce con luz propia la amistad. Hace tiempo que valoro en su justa medida tal palabra. La gente va y viene por nuestras vidas, pasa o se queda. Hay quien se queda un tiempo y hay quien se queda para siempre. Desde luego, si nos han pasado por el corazón, quedan en nuestra memoria con el mismo aura que tuvieron mientras duró la amistad. Solo la pierde quien la quiere perder y la encuentra quien comparte y respeta, quien cuida y mantiene la llama encendida. La muerte también hace que se ponga punto y final a la amistad pero de diferente modo. Los amigos muertos se llevan nuestra memoria pero se convierten en nosotros mismos, viven con nosotros y a veces les dejamos ver el presente por la ventana del recuerdo.  Ay, la amistad, ese don de la infancia, esa obsesión de la juventud, ese apoyo de la madurez y ese retorno a la pureza que tiene en la vejez... Definitivamente es un regalo.

Ayer, sentados a la mesa y compartiendo el pan y la sal, sembramos varios granos de amistad, no sé si tallos o esquejes... es lo mismo. La verdad es que pintamos de color el día, hubo armonía, buena sintonía, ganas de darnos. Y como he sido de dar siempre, de dar mucho, de darlo todo, recibo ese bumerán intensamente, siempre dirigido a mi pecho. Y aunque no siempre se recibe lo que se da, da lo mismo: en dar está la virtud. En dar está la magia. En dar está el secreto de la vida.

Desde El Garitón , bajo un cielo luminoso y un sol radiante, Mariví Verdú

miércoles, 12 de abril de 2023

VARIACIONES SOBRE EL AMANECER. PRESAGIO PLATÓNICO, por Mariví Verdú

Aunque viví mi infancia a la orden de varios lemas cristianos que han marcado mi conducta como a fuego y no me quito de la piel ni con lejía, aunque crecí en un mundo lleno de miedos y tabúes, aquí estoy, viva y hablando de lo que me importa. A pesar de pertenecer a una generación que educaron llena de prejuicios en un ambiente intolerante, impositor y oscuro donde teníamos que aceptar las cosas sin entenderlas, donde el castigo y el premio era las dos únicas metas que se podían conseguir, aquí sigo. No sé cómo ha sobrevivido mi salud mental a la disyuntiva bien-mal, premio-castigo, cielo-infierno si encima le añadían la palabra eterno. Era la eternidad la que nos infligía el miedo. Un miedo absoluto, una clase de miedo que no quedaba otra que asumirlo, soportarlo, tragárselo...¿Os acordáis de la Quina Santa Catalina?...pues eso. Por entonces nadie nos enseñaba a reflexionar, a mirarnos con una mirada piadosa e introspectiva, vernos a nosotros mismos como lo que somos; nadie nos enseño siquiera a querernos un poquito, a mirarnos con dignidad de dioses, con admiración de milagro, con conciencia de ser y con humildad de iguales: con una espiritualidad limpia y clara como el agua. Nos olvidábamos de la parte presente pensando en todo lejano y dejábamos atrás la importancia del día a día por la recompensa de un cielo eterno donde disfrutaríamos de la felicidad mientras consumíamos nuestra infeliz vida confiando en lo que habría más allá.

Desde siempre supe que tenía un alma. Desde muy pequeña supe que había una parte espiritual dentro de mí que era un regalo, una distinción, un rasgo que me daba y me exigía a la par, que me condicionaba a ser persona, a pensar, a distinguir, a reflexionar, a sacar de mí todas las cualidades otorgadas, a darles forma e identidad, a multiplicarlas y a compartirlas como obligación moral, como responsabilidad de quien tiene y debe repartir con quien no tiene. O no usa. Sabía también que era un estigma que me acompañaría de por vida y hasta el viaje de regreso. Desde muy pequeña me cuestioné cosas cruciales que en mis tiempos llamaban virtudes cardinales pero que eran más antiguas que el mismo cristianismo. No conocía a Platón todavía ni sabía que a ese sabio le pasó lo mismo hace veinticinco siglos. A Platón, seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles...cualquier cosa era Platón. Por fortuna para todos, él supo darle forma a su pensamiento dando prioridad a la justicia, virtud sin la cual no podrían entenderse las demás: prudencia, fortaleza y templanza.


Yo llegué a todo esto de una forma muy particular, a base de darle vueltas a mi cabeza niña y siempre adolescente, de pensar en las virtudes que la religión me imponía, de sus denominaciones y de la forma en que nos las infundían. Sin embargo, fue a través de la injusticia, o sea, fue la falta de justicia la que me hizo recapacitar y darle vueltas al resto de virtudes. No podía entender ninguna otra sin ese principio de justicia bien asumido y era difícil hacerlo ante dictaduras mentales y físicas, ante tanta masculinidad hegemónica, ante los paternalismos absolutistas y castrantes de mi época que no daban pie más que a callar y a obedecer. No pude asumir un rol que nunca me pareció justo y que nunca fue ni será mío. Entonces me convertí en librepensadora  y mandé a tomar viento a la Farola la injusta dicotomía machismo -feminismo, dando paso a un nuevo  género más libre que los existentes: el humano.

Desde joven pensé y supe que era libre, libre en mi pensamiento, libre en mi voluntad de decisión y responsable de cuanto decidiera. Aunque mis actos estuvieran sujetos a las normas sociales, mi entendimiento me decía que hay otra forma de vivir, de acuerdo con la naturaleza, donde sobran fuerzas armadas, cárceles y dirigentes. Nadie se echa mierda en su puerta y, si todos lo hiciéramos así, la ciudad estaría limpia. Bastaría con salir a barrer nuestro trozo o, mejor aún, sería suficiente con no ensuciarlo. Las normas que dicta vivir en comunidad las acepté siempre porque nos hacen más fácil el entendimiento de la sociedad. Pero las normas particulares hacen que seamos nosotros mismos, nos caracterizan. Las exigencias y los compromisos nos hacen ser quienes somos.  En mi caso, nadie me dijo nunca cuándo debía levantarme. No necesité un despertador en mi vida. Hoy nadie me exige que madrugue, nadie me observa pero yo sé lo que quiero y cómo lo quiero. Necesito un día con muchas horas, ver amanecer y atardecer, un día donde quepa mi vida.

Mañana o pasado me plantearé reflexionar de las otras virtudes. Tal vez empiece por la fortaleza, esa que tiene que ver con cómo gobernar nuestras emociones, la que “implica una firmeza de ánimo para afrontar y rechazar los peligros”... Ya veré. Todo es posible.

Desde El Garitón, asumiendo los años con una entereza que me asombra, Mariví Verdú

sábado, 8 de abril de 2023

VARIACIONES SOBRE EL AMANECER. DE LA PAZ Y EL SILENCIO, por Mariví Verdú

Hay muchos momentos en la vida en los que hay que tomar medidas, días cruciales en los que se dirime el porvenir y hay que decidirse porque depende de ello nuestro futuro. Algunas veces tenemos que renunciar a muchas cosas, hábitos y lugares por los que sentíamos apego. Otras, hay que sopesar la soledad y la compañía. Si se está mejor solo, asumir que afortunadamente nos tenemos a nosotros mismos. Pero lo más importante es el proceso, el viaje de la vida, hacer un buen viaje. Y la paz. La paz y el silencio que nunca nos falten, son imprescindibles para nuestro propio conocimiento, nos ayudan en la importantísima tarea de estar vivos. Bien es cierto que no todo depende de nosotros mismos y de nuestra voluntad, pero en gran medida sí que dependemos de nuestras actitudes y determinaciones ante cualquier situación que se nos plantee. Desde que nos levantamos, pasando por la alimentación, el trabajo, la higiene, el tiempo dedicado al ocio y al descanso, hasta la actitud con la que nos enfrentamos a cada momento del día y de la noche, la mayor parte de nuestra vida depende de nuestra voluntad. Luego están otras cosas, lo casual, lo inesperado, lo que llamamos azar -humano o divino, depende de los credos- y lo organizado desde las tripas del mundo, esas que tienen detrás seres humanos sin corazón con poder para reducirnos y hacernos mixto cuando les da la gana. La mayoría tienen credos conocidos y se jactan de ello, dando las gracias y actuando en su nombre. Qué miedo.

En la parcela de voluntad que tenemos cada uno, nos corresponde evolucionar, buscar objetivos y conseguirlos, afrontar cambios y asumirlos, adaptarse a cada situación o contratiempo para llegar hasta el final y morir con dignidad, con la honra de haber sido merecedores de la vida. Porque morirse hay que morirse, aquí nadie se queda para semilla de rábanos. Mientras respiremos, somos totalmente responsables de nuestras determinaciones, destinatarios de las consecuencias. Yo no puedo achacarle a ningún dios, ni al de aquí ni al de más allá, que sus designios vengan con maldad como para arrebatarle la vida a inocentes u otorgarle a uno dones particulares como premio mientras les da a otros una mierda de vida como castigo. Porque, si todo es cuestión divina y vivimos por su voluntad, habrá que achacarle no solo lo digno de agradecimiento sino todas las burradas que aquí suceden, no vaya a ser que solo esté para el ratito de las alabanzas. Y lo que es peor: que una creencia coarte mi libertad de pensamiento y tenga que pensar esto para mis adentros por miedo a que me parta un rayo.  

Eso de que los designios de arriba manejan nuestra vida se ha quedado muy antiguo. Lo de que no entendemos sus propósitos ni el plan que tiene para esta humanidad, nunca me cupo en la cabeza. Tampoco logré entender los conceptos de cielo y de infierno eternos.  Lo del limbo si que lo entendí desde que tuve uso de razón, desde que conocí a muchísima gente que vive en él y que les encanta hacerlo echando la culpa de todo lo que pasa a un ser inmenso que no ve. Es una actitud bastante cómoda, digna  de los que viven en el limbo -Babia o Las Batuecas, como diría mi madre-, porque da un margen grandísimo para hacer lo que les place mientras viven la vida padre. Esta gente entiende que su dios quiere que haya una miseria tremenda en otros puntos del mundo mientras ellos son sus hijos queridos. Pero su dios los identifica por los kilos de basura que tiran cada noche y porque se pasan la vida cagando más que un mirlo en un desagüe que les importa una mierda donde va. Tiran mil veces de la cisterna porque les preocupa otra mierda de dónde sale el agua. De hecho, les jode que llueva porque se mojan... Menuda plebe. Se les reconoce también porque les encanta joder al prójimo y lo quieren todo limpito, peladito, cocinado y plastificado... Se conocen los nombres de todos los protagonistas de mierda de la telebasura y no quieren saber, ni pensar porque... todo está escrito.

No soy creyente pero desde el colegio bien que lo intentaron. Bueno, creyente sí que soy pero no practicante. Bueno, practicante tampoco soy, ni ATS ni nada de eso, soy madrugadora, adoradora del sol y de la luna, del ciclo incansable del almendro, del madroño, del membrillo, todo lo que tiene que ver con la naturaleza incluidos muchos seres humanos y, hablando de ellos, me gustó mucho conocer la historia de Jesús, me pareció un gran hombre al que sacrificaron por envidia porque a muchos les molestaba que, viniendo de una familia humilde, pudiese tener tanto don de gentes como para llegar vivo hasta la actualidad. Durante esta semana lo están paseando por las calles medio desnudo, ensangrentado, crucificado... Yo no he salido a la calle. Me he dedicado a quitar yerbas, a estercolar el huerto, a disfrutar de la compañía de los míos... A vivir.

Desde El Garitón, fundida con la naturaleza y agradecida a mis amigos Javier y Juani, a mi nieto Daniel y a sus padres Pedro y Cristina que me han ayudado en el campo y lo que más: a creer en la vida, en el trabajo en equipo y en la bondad de los seres humanos.

CONSTERNACIÓN Y TRISTEZA POR LA MUERTE DE EDUARDO BANDERA, por Mariví Verdú

Ha llovido esta tarde y esta noche. Hoy, día 7 de septiembre, víspera del día de la Victoria, nos han arrebatado a Eduardo Bandera. No quier...