miércoles, 11 de marzo de 2009

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE CANTA A LA PRIMAVERA

No quiero herencia ninguna
porque ya tengo bastante
siendo Málaga mi cuna. M. Verdú

Cuando el día amanece en naranjal cerrado, entre malvas tan claros y amarantos tan vivos -ya casi verdiazules acercándose al zenit-, cuando nace la aurora por el aire templado y desprende la tierra tibio olor de alhelíes, de violeta y jacintos, y lucen, solitarios, las varas del narciso… cuando el jazmín podado, oh, tocón de madera, entramado dormido como la madreselva, aletargado, mudo, estalla por sus poros en hojas más que verdes… cuando el habar florido y el almendro nevado, cuando el membrillo saca sus flores de papel, algo muy cotidiano llamado primavera sigue haciendo el milagro trágico de la vida. Es gratis, aunque hiriente. Es de nadie y de todos. Un placer doloroso. Una triste alegría.
No sé si habrá conciencia delo que aquí acontece. Que este viejo espectáculo, si no estás en el campo, en la mar es tan bello… Como un cristal de ámbar que guardara la historia, como un espejo hondo que el sol echara al mundo sin esfuerzo ninguno, donado, regalado… Y, si te pilla solo, en soledad oscura de una casa cerrada, sin ventanas, con muros, junto a la pesadilla, frente al clon del agobio, en la inopia total o en la ceguera, que mi lectura sirva para sacar en luz el más bello regalo de la naturaleza…
Si los hombres pensaran, con muchísima suerte, que podrán tener sólo acceso a unas decenas de instantes como este, madrugarían mucho durante el mes de Marzo, y tal vez por Febrero, que a veces llega antes, para observarlo solo, como Adán, como Eva, como un privilegiado, mientras dure el concierto. Y lo haría en silencio, antes de que la gente que no sabe de esto comience con sus gritos y la pena rebose por los telediarios.
Quien avisa, ya saben, no es traidor, es atento. Y si avisa cantando con gracia y aleluyas es poeta seguro. Que no les quepa duda. Miren, pues, con los ojos más abiertos del alma, que es bonito y es gratis, una sana experiencia poder estar presente y ser consciente de ello, del regalo: el presente. Y que sigan los tontos peleando por nada.
¡Qué pena que la vida sea corta como un sueño!
Un sueño que merece la pena. Y la alegría.
Desde El Garitón, con las sementeras naciendo y el corazón extendido, Mariví Verdú

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