¿cómo la nada venía
a morir en la poesía
con voz antigua y gastada?
¿Acaso vine enviada
desde el magma donde ardía
Dios con su filosofía?...
La duda: Principio eterno,
mi paraíso, mi infierno,
mi útero y mi utopía.
(Una de mis Espinelas de la duda)
(Una de mis Espinelas de la duda)
Ilustración de Rafael Alvarado

Mi madre, Victoria González Sánchez, era malagueña, sangre de Los Montes por vía paterna y de Benalmádena por la materna. Mi padre venía de una vega fértil y hermosa, la del Segura, a su paso por Cieza, a los pies de la ermita del Santo Cristo del Consuelo (lo que siempre pido y no tengo). La tarde de la muerte
de mi padre, estando de cuerpo presente, yo tenía un acto preparado en el Centro Cultural Provincial al que asistí pero no pude presentar y me suplió una amiga, presentadora de PTV. La gente se preguntaba qué hacía yo allí a lo que contestaba que a mi padre no le faltaba ya de nada y que mi sitio, por esas tres horas del acto, estaba con mis compañeros, cumpliendo lo que era mi responsabilidad. Al otro día leí un librito que me había regalado Luciano Luque Jiménez, el cura de los verdiales. Puede que me consolara en aquel triste momento, no lo recuerdo.

Hoy he buscado ese pequeño libro de citas para meditar, de sabios consejos, y lo he abierto por donde guardo un triste documento de manos de mi padre, lo que quería ser su última comunicación y lo que un ictus mortal hizo ilegible. No sé por qué motivo lo había dejado en la página 19 donde dice: Emprende nuevas actividades y adopta nuevas costumbres a partir del pasado. Por medio de ellas puedes mantener el recuerdo de tu ser querido aún cuando comiences un nuevo capítulo en tu vida. Tal vez serían las ganas de seguir viviendo.

*No escribo más. No puedo escribir llorando. No puedo olvidaros a ninguno y la garganta enmudece mientras las venas aprietan como si el corazón se hinchara y quedara sitio para el aire, para la vida. Habéis dejado demasiados espacios vacíos y me pierdo tantas veces en este laberinto de la vida... Lo siento, madre, no sé qué cura fue el que dijo tu misa, sólo sé que tu espacio vacío es inmenso, inmenso.
A la memoria de Luciano Luque, que falleció el día 24, a la de mis padres y mi hijo.
Desde El Garitón, teniendo que plantear un arroz para cuarenta, perdida en los vacíos.
Mariví Verdú