sábado, 30 de julio de 2011

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE REGRESA AL PARAÍSO, de Mariví verdú



El tiempo nunca te borra
al que fue tu amor primero,
tu primer beso en la boca.


Un día 30 de Julio de 1972, tal día como hoy, me estaba casando con un joven tres meses mayor que yo, creyendo en el matrimonio con fe ciega y pensando que el amor era para toda la vida. Yo no sé el porqué mío de creer tanto en las normas, en los libros, en los sentimientos, en las utopías. Creía todo lo que me decían aquellos seres que yo consideraba superiores: maestros y curas, sin embargo desatendí a mis padres, con todo el dolor de mi corazón, que no querían dejarme casar con dieciocho años. Cuando tomé aquella decisión era más niña que una con siete de hoy día. Ahora, mirando la vida con la perspectiva que te da el tiempo vivido, les entiendo. Por ellos hablaba el miedo y por mí la sinrazón. Ellos temían mi fracaso, mi desamor, el sufrimiento de la que siempre fue su niña chica.

Aquella frase tan dolorosa de “quien bien te quiere te hará llorar” estuvo mucho tiempo dándome vueltas en la cabeza y en el estómago. Me la decía mi madre cuando, “por mi bien”, mi padre o ella me llevaban la contraria en algún deseo o proyecto. Esa frase me hundía en la desesperación porque, si tenía que sufrir con los que no me querían y llorar con los que me querían, ¿adónde la felicidad, la alegría de vivir?

No salió  lo que sembré:
la siembra fue mucho amor,
la cosecha, padecer.

Hoy, años después de perder a mis padres, ya sin maestros, sin consejeros espirituales y hecha a sufrir tras una vida, más que azarosa, desgraciada, pongo pies en pared y me dedico a vivir los años que me resten con los ojos de niña y el corazón de hierro. No tengo más ganas de llorar ni de sufrir. No moveré pieza y que el azar me clave los alfileres que quiera o me saque los números de mi bonoloto. Me es indiferente. pero no quiero a nadie  que me haga llorar, que  ya está bien.


Aprende sólo a vivir
que a la muerte no le importa
que sepas o no morir.

Y aunque parezca tarde, tengo por vivir el resto de mi vida y os prometo que voy a poner todo mi empeño en hacerlo lo mejor posible. Aborrezco definitivamente a los injustos, a los crueles, a los que no piensan en el cuerno del sur ni en el deshielo del norte, reniego de la política. Estas últimas movidas me han dejado dañado el estómago y una bola indigesta en el duodeno que me puede explotar en cualquier momento. Por eso y por otras cosas que me dejo en el buche -como la cultura en Málaga-, me corto la coleta -que ya crecerá, ante la aurora, hecha sol-, no sin antes ponerme el mundo por montera y hacer un pacto de paz y de silencio.

Cuando lo que hay que oír
son palabritas de necio
nada tienes que añadir,
de sabios guardar silencio.


Ver mejor es alejarse, soñar, acercarse de nuevo y mirar con ojos limpios. Pensar con claridad es dejar de pensar y dormir, despertarse y reír, lavar el cuerpo con agua clara dejando la indignación correr por el sumidero. Hablar es quedar en silencio y escuchar la música de la naturaleza y la voz de amigos sabios. Y eso he hecho, he estado unos días cerca de Eindhoven, en el barco de una pintora amiga y junto a mi querida Amparo, ceramista. 
Y ayer llegué de la Aceña, de la Ribera del Genil, de visitar a otra buena amiga, Encarna, excelente poeta, y a su querida familia. Estar en contacto con gente de verdad y hacerlo en un bello y alejado entorno  te distancia del mundo cotidiano, de la rutina gris, de los viejos monstruos y viborillas, de la olla gorda e insípida del hastío. De quien te hace llorar.

To los días que he llorao
estando a la vera tuya
Dios te los tiene apuntaos.

Desde el paraíso lo he visto todo tan humano... Prefiero seguir siendo ingenua y vulnerable, frágil y dolorosa. El dolor es inevitable en las personas inteligentes y, en contrapartida, el placer de los momentos eternos es sublime. Para quien ama y sufre en exceso, para quien se da a los demás como forma de vida, lo mejor es seguir lo que te dicta el rumor de tu sangre, el eco de tu propio corazón.

Desde El Garitón, cuidando de las tomateras y abundando en la amistad, ese gran milagro en este mundo de indolentes inmortales, Mariví Verdú.


1 comentario:

  1. He copiado estos comentarios de www.diariolatorre.es porque no quiero que se echen en el olvido.

    José García Pérez, 31-07-11 20:24
    Bello artículo con codas de soleares y algo más.
    Enhorabuena.
    Besos

    Mariví Verdú, 03-08-11 07:34
    Gracias, Pepe. Tus palabras me animan a seguir por el camino este, que no va a ningún sitio. Un beso y muchos recuerdos de Encarna Lara.

    José García Pérez, 03-08-11 11:50
    Dale recuerdos a Encarna Lara, gran poeta que no se merece el olvido de la Cultura Oficial hacia ella.

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