domingo, 10 de noviembre de 2013

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE EN PAPELES CONFIDENCIALES DE RAFAEL ALVARADO




Hoy ha sido un día muy especial por el reencuentro con viejos amigos. El motivo, un motivo muy grato: los "Papeles confidenciales" de Rafael Alvarado. Quiero hablarles de esta exposición aunque para hablar de nuestro pintor, el malagueño Rafael Alvarado, tengo que poner la sangre y el alma en las palabras porque no sólo se trata de un artista grande, honesto, humano, íntegro y trascendental sino de un gran amigo con quien he compartido el pan, la risa y las lágrimas y con quien comparto ideas, inquietudes, gustos y amigos. 

El MUPAM, Museo del Patrimonio Municipal (en las Salas de la Coracha), recoge más de un centenar de obras que nos hablan de una singular concepción del tiempo que vivimos, de la melancolía, de la inmigración y su tragedia, en un cántico místico que corre por tres salas llenándolo todo de su voz: la voz de Alvarado.

Bajo tan sugerente título,  Papeles confidenciales, esta exposición, que ha sido comisariada por Pablo Alonso Herráiz -a quien doy mi enhorabuena-, se encuentra, por dentro y por fuera, rodeada por un bellísimo marco: Alcazaba, Coracha, Parque y Malagueta. Todo un gesto de generosidad de parte de nuestro ayuntamiento hacia los malagueños y un acierto cara a la visita internacional. Málaga le debía esto al autor y a todos nosotros. Ya era hora y de justicia ver a Rafael en un gran escenario, nunca suficiente para albergar su capacidad de trabajo y su dimensión humana y artística. 

La primera planta recoge retratos de su abuelo, una persona que forma parte del espíritu de Rafael, en 62 obras de diferentes técnicas y sobre distintos soportes, donde el pintor nos muestra su más profundo sentimiento de amor con la extraordinaria maestría de su dibujo. Con una cita inicial de Ortega y Gasset en la que nos habla de la importancia de la historia para el ser humano, Rafael hace honor al ser bien nacido que es, con su agradecimiento. En la segunda y tercera planta está presente el drama actual y tristísimo de la inmigración, de la impotencia, del sacrificio humano sin solución, de una pena viva que tenemos todos en este presente que nos ha tocado compartir; rostros y situaciones retratadas por Rafael en obras de un dramatismo indescriptible y con un fondo profundamente cristiano y de denuncia. De nada me valdría ponerme a rebuscar palabras ni recubrir de adornos lo que se puede resumir con la máxima sencillez del mundo, porque es una exposición para exponerse con el alma a la intemperie, como lo hace él, a una lluvia de neutrinos oscuros, a la melancolía, a la tragedia, a la terrible dualidad de la belleza y del dolor, a la realidad. 

El primer día que la vi, el día siguiente de su inauguración, salí sumida en un pesar antiguo y actual a la vez ante la presencia del dolor y de la belleza con eso que dan en llamar síndrome de Stendhal. Ese dolor me ha dado en cuatro ocasiones: ante la lectura de Claudio Rodríguez, de César Vallejo, en lo alto de la torre de la catedral de Cádiz, junto a las campanas, y en los Papeles confidenciales de Rafael Alvarado. Hoy he vuelto, rodeada de amigos, con la satisfacción de tenerlos todavía y de volver a ponerme ante obra tan exquisita, esta vez honrada con la compañía del autor, nuestro querido Rafalito. Un largo momento mágico. Y no quiero acabar este escrito sin antes hacer una recomendación: no se la pierdan. La muestra podrá verse hasta el 29 de Diciembre, tienen tiempo de sobra. Es más que un vapuleo para la conciencia y un zarandeo para el corazón. Es, simple y llanamente, necesaria.

* Se nos hizo corto el tiempo concedido, queríamos estar más rato juntos y hemos salido a compartir presencias, charla y cariño. Y me encanta el momento, por eso lo guardo en fotografías como el que guarda un tesoro.

Desde un rincón de la Sierra de Mijas, todo  cariño, Mariví Verdú. 

















1 comentario:

  1. Hace cinco años ya de ésta magnífica exposición de Alvarado. El tiempo ha borrado de la escena a nuestro querido Guillermo Aguilera, que no del corazón. Me ha encantado regresar. El blog empieza a ser mi memoria.

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