
De Paco Moreno me atrajo su personalidad y su porte. Por entonces era un hombre joven, alto, hermoso, moderno, atractivo y de una simpatía arrolladora, casi tanto como lo es hoy, a sus noventa y dos años, porque aún conserva su hermosura, su talento, su alegría de vivir y se mantiene erguido como una torre maravillosa coronada de abundante y canosa cabellera y una lucidez que asombra y subyuga a partes iguales. Gozo de su amistad y en estos últimos años, a pesar de estar más alejados por la distancia real, estamos más cerca que nunca en todos los demás sentidos. Escritor pródigo en obras que tocan casi todos los palos: ensayo, novela, cuento, letra flamenca y lo mejor...su poesía. En particular el libro que dedica a su madre Cecilia Ortega después de su muerte. Hoy he leído una serie de décimas interesantísimas recogidas bajo el título Sopa de Sapo. He leído bastante más de medio libro y me he asombrado con muchos de sus versos. Gracias Paco y enhorabuena. Gracias porque somos amigos, porque vivimos en la tierra que nos gusta y envejecemos con la posibilidad de vernos de vez en cuando y celebrarlo con alegría. Gracias por compartirnos tanto arte.
Y como mi mesita de noche rebosa de libros esperando ser atacados en algún momento, cuando solté el poemario anterior se escabullía uno más delgado, más liviano, uno que parecía tímido al roce pero yo lo escogí porque sabía a quien pertenecía, sabía muy bien quién era su autor. El libro de poemas se titula El instante no atendido, título escogido de un verso de T. S. Elliot. Su autor, Juan Miguel González del Pino, es un viejo amigo mío con el que he caminado largas jornadas en este mundo. Sé que es un poeta grande porque desde los once años ando observándolo y solo ha hecho madurar en la poesía como un árbol o una roca poética que no se mueve del lugar y es capaz de descubrir el mundo. Agradezco esa hora perdida de insomnio que contigo llevé casi al borde malva del amanecer. Gracias.
Tengo acabada la maquetación de “Cantos y silencios flamencos” , antología de mis trabajos flamencos premiados en diferentes concursos (15), pero tendrá que esperar para hacerse libro y realidad. Estoy pasando mala racha física, mental, moral y espiritualmente. Ahora mismo soy como una lagartija pegadita a la pared, buscando un sitio donde nadie me moleste y a ver si cuando salga de este obligado letargo el mundo brilla por la paz y por la comprensión. Ahora me toca recuperarme, ponerme al día con mi cuerpo. oírme, tranquilizar mi espíritu y dedicarme a guisar y a atender pequeñas necesidades, cosas chicas, cotidianas, y siempre atenta, pendiente de los momentos en los que el corazón me necesite. Hasta pronto, amigos.
Con una danza de lluvia en los labios, Mariví Verdú
*Este artículo lo empecé ayer por la mañana, antes de ir a mi médico -que dedicó más de media hora de su tiempo a oír mis penurias. Gracias.-. Lo acabo hoy, día primero de mi tratamiento y último del mes de octubre, llena de esperanza. Bueno, de Esperanza, de Sheila, de Toñi, de Antonia, de Lola, de Carlos, de Juani, de Tina, de Javier y de mi hijo: su voz me cura más que ninguna medicina.