Mi reflexión de hoy es la misma rumia que lleva maquinando en mi cabeza desde hace días. Quiero entender, visto el desarrollo de los acontecimientos que conforman el día a día del tercio, civilizado por egoísta, del mundo occidental, que estoy más cerca del autismo que del “articulismo”, más de los animales y plantas que del rey de la creación, que todo lo echa a perder, y mucho más cerca del ensimismamiento poético que nunca. Para qué tanta charla y tanta chaladura si aquí, el que no corre, vuela y se sacude como si el mundo fuera plano. Lejos de nosotros el hambre, inmersos en la cadena consumista; atrofiado el sentido del gusto, del tacto y del olfato, a fuerza de abundancia y desnaturalización, nadie que no tenga más de cincuenta años o viva en los otros dos tercios del mundo entenderá lo que decía El Piyayo:
Por la mañana dan pan,
al mediodía, el cocío,
y, según tengo entendío,
por la tarde no dan ná.
Se forma un algarabán
de pucheros y cazuelas;
el cabo rancho que vuela
por ver si se encuentra un hueso
y aquel que no ha estado preso
no sabe lo que es canela.
Me gustan las décimas y quien las inventó. Arza y viva Ronda, reina de los cielos…
De Málaga el corazón
que late en la poesía
que en diez versos dejaría
la semilla de éste son
que suena en el Malecón
y tiene por santo y seña
a la tierra malagueña,
tierra que vio de nacer
al gran Vicente Espinel
flor de la sangre rondeña.
Y me despido con unas décimas que forman parte de un libro maldito, titulado “De Dios y de su falta”, que lleva escrito más de siete años y que prefiero airear antes de que se pudra en el cajón de la desidia. Voy a lanzar desde aquí mis palabras y voy dedicarlo a Jacinto González, que cree en ellas. Y a Manuel Ángel Rodríguez, que siempre anda apacentándome el alma. Dos abrazos.
De donde vine, no sé,
ni el porqué, ni la razón,
emergí de la creación
y en este cuerpo me hallé.
Este cuerpo que está en pié
a fuerza de corazón;
animal de reflexión
de pureza natural
nacido para mortal
por natural decisión.
Conviven en mi cabeza
la lengua y el sentimiento,
la paz y el remordimiento,
la altivez y la bajeza,
el contento y la tristeza,
-la tristeza y el contento-,
la real, la cuenta-cuento,
la sola mujer que soy,
lo que quito y lo que doy
a la poesía que siento.
¿Cómo pude ser la nada?,
¿cómo la nada venía
a morir en la poesía
con voz antigua y gastada?
¿Acaso vine enviada
desde el magma donde ardía
Dios con su filosofía?...
La duda: principio eterno,
mi paraíso, mi infierno,
mi útero y mi utopía.
Desde El Garitón, metida en estiércol con la esperanza de una buena cosecha, Mariví Verdú.
Por la mañana dan pan,
al mediodía, el cocío,
y, según tengo entendío,
por la tarde no dan ná.
Se forma un algarabán
de pucheros y cazuelas;
el cabo rancho que vuela
por ver si se encuentra un hueso
y aquel que no ha estado preso
no sabe lo que es canela.
Me gustan las décimas y quien las inventó. Arza y viva Ronda, reina de los cielos…
De Málaga el corazón
que late en la poesía
que en diez versos dejaría
la semilla de éste son
que suena en el Malecón
y tiene por santo y seña
a la tierra malagueña,
tierra que vio de nacer
al gran Vicente Espinel
flor de la sangre rondeña.
Y me despido con unas décimas que forman parte de un libro maldito, titulado “De Dios y de su falta”, que lleva escrito más de siete años y que prefiero airear antes de que se pudra en el cajón de la desidia. Voy a lanzar desde aquí mis palabras y voy dedicarlo a Jacinto González, que cree en ellas. Y a Manuel Ángel Rodríguez, que siempre anda apacentándome el alma. Dos abrazos.
De donde vine, no sé,
ni el porqué, ni la razón,
emergí de la creación
y en este cuerpo me hallé.
Este cuerpo que está en pié
a fuerza de corazón;
animal de reflexión
de pureza natural
nacido para mortal
por natural decisión.
Conviven en mi cabeza
la lengua y el sentimiento,
la paz y el remordimiento,
la altivez y la bajeza,
el contento y la tristeza,
-la tristeza y el contento-,
la real, la cuenta-cuento,
la sola mujer que soy,
lo que quito y lo que doy
a la poesía que siento.
¿Cómo pude ser la nada?,
¿cómo la nada venía
a morir en la poesía
con voz antigua y gastada?
¿Acaso vine enviada
desde el magma donde ardía
Dios con su filosofía?...
La duda: principio eterno,
mi paraíso, mi infierno,
mi útero y mi utopía.
Desde El Garitón, metida en estiércol con la esperanza de una buena cosecha, Mariví Verdú.
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