domingo, 8 de noviembre de 2009

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE ENTRE ESPINELAS Y ESTIERCOL

Mi reflexión de hoy es la misma rumia que lleva maquinando en mi cabeza desde hace días. Quiero entender, visto el desarrollo de los acontecimientos que conforman el día a día del tercio, civilizado por egoísta, del mundo occidental, que estoy más cerca del autismo que del “articulismo”, más de los animales y plantas que del rey de la creación, que todo lo echa a perder, y mucho más cerca del ensimismamiento poético que nunca. Para qué tanta charla y tanta chaladura si aquí, el que no corre, vuela y se sacude como si el mundo fuera plano. Lejos de nosotros el hambre, inmersos en la cadena consumista; atrofiado el sentido del gusto, del tacto y del olfato, a fuerza de abundancia y desnaturalización, nadie que no tenga más de cincuenta años o viva en los otros dos tercios del mundo entenderá lo que decía El Piyayo:

Por la mañana dan pan,
al mediodía, el cocío,
y, según tengo entendío,
por la tarde no dan ná.
Se forma un algarabán
de pucheros y cazuelas;
el cabo rancho que vuela
por ver si se encuentra un hueso
y aquel que no ha estado preso
no sabe lo que es canela.

Me gustan las décimas y quien las inventó. Arza y viva Ronda, reina de los cielos…

De Málaga el corazón
que late en la poesía
que en diez versos dejaría
la semilla de éste son
que suena en el Malecón
y tiene por santo y seña
a la tierra malagueña,
tierra que vio de nacer
al gran Vicente Espinel
flor de la sangre rondeña.

Y me despido con unas décimas que forman parte de un libro maldito, titulado “De Dios y de su falta”, que lleva escrito más de siete años y que prefiero airear antes de que se pudra en el cajón de la desidia. Voy a lanzar desde aquí mis palabras y voy dedicarlo a Jacinto González, que cree en ellas. Y a Manuel Ángel Rodríguez, que siempre anda apacentándome el alma. Dos abrazos.

De donde vine, no sé,
ni el porqué, ni la razón,
emergí de la creación
y en este cuerpo me hallé.
Este cuerpo que está en pié
a fuerza de corazón;
animal de reflexión
de pureza natural
nacido para mortal
por natural decisión.

Conviven en mi cabeza
la lengua y el sentimiento,
la paz y el remordimiento,
la altivez y la bajeza,
el contento y la tristeza,
-la tristeza y el contento-,
la real, la cuenta-cuento,
la sola mujer que soy,
lo que quito y lo que doy
a la poesía que siento.

¿Cómo pude ser la nada?,
¿cómo la nada venía
a morir en la poesía
con voz antigua y gastada?
¿Acaso vine enviada
desde el magma donde ardía
Dios con su filosofía?...
La duda: principio eterno,
mi paraíso, mi infierno,
mi útero y mi utopía.

Desde El Garitón, metida en estiércol con la esperanza de una buena cosecha, Mariví Verdú.

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