domingo, 16 de octubre de 2022

RINCÓN DEL CANTE, HOGAR ACOGEDOR, por Mariví Verdú

Hay sitios donde me gusta volver. Recuerdo la primera vez que fui al Rincón del Cante “Las Castañetas”, un lugar acogedor que conocí bajo la presidencia de Alfonso Muñoz Mancera, persona entrañable y tristemente desaparecida, y adonde he vuelto el día de Santa Teresa catorce años después. Hoy está presidido por mi amigo Juan Moreno, guitarrista, fiestero y amante del flamenco, padre y esposo de artistas y muy querido por toda la afición. La peña sigue igual de cercana o más aún, un grupo de amigos aficcionados que colaboran en todo como si de su propio hogar se tratase.

Fue gracias a Joaquin Cabello que me animó a asistir pasándome el cartel del encuentro donde, después de degustar unas berzas flamencas de habichuelas verdes, disfrutaríamos de una sobremesa muy particular: Francis Bonela al cante, Ismael Rueda a la guitarra, Luisa Chicano al baile y Raquel Heredia a las palmas. No puedo ni quiero negar que me agradó la oferta desde que la conocí. Luisa y yo hemos tenido el placer de trabajar juntas hace años y la he visto en su salsa de artista y en su más sincera intimidad y siempre me ha provocado el ole y el aplauso porque el duende vive en ella, no sé si en su pañoleta, en su perfil o en el aire que envuelve su vestido. Con Francis Bonela me pasa tres cuarto de lo mismo, conocí a su madre, conozco y aprecio al maestro Juan Bonela, su padre, y a sus hermanos, a quienes tuve el placer de dedicarles en la revista que dirigí hace años, “Calle del Agua”, una serie de artículos titulados: La saga de los Bonela. Es un grandísimo y completo cantaor. Raquel es flamenca nada más con su porte y a Ismael no había tenido el placer de oírlo. Y fue un placer.

Llegué acompañada de buenos amigos, María Victoria Anaya, mis apreciados vecinos Tina y Javier y una compañera de pilates, recién conocida, Mamen. Compartimos mesa y disfrutamos de la compañía de dos grandes aficionados: María Rama y su esposo Ramón Martínez, padres del grandísimo bailaor Ramón Martínez, un auténtico crack. Como llevé conmigo un buen número de revistas “Calle del Agua”, pasé por las mesas y las regalé a los aficionados allí congregados hasta que las acabé. Dejé también un buen numero de ellas para que las consulten los aficionados.

Las berzas, buenísimas, el tocinillo y el queso, también; la conversación, más. Fueron llegando antes del espectáculo un montón de artistas: Gregorio Valderrama, Antonio Fuentas, José Juan Pantoja, una joven, Lidia Vergara Santaella, alumna de Juan Moreno y joven promesa de la guitarra flamenca que nos encantó; Gertrudis Soto, Pepe Campos...perdonadme si me dejo algún nombre atrás. Estuve tan emocionada que tomé pocas notas y todo lo dejé a la voluntad de esta memoria que cada día está más saturada.

Propuse al presidente leerle a Luisa Chicano el romance que le escribí hace años y que nunca tuve oportunidad de decírselo en persona. El poema, premiado dentro de mi trabajo “De alboreá” con el 1er Premio del I Concurso de Letras Flamencas “Francisco Moreno Galván” en la Puebla de Cazalla (Sevilla, 2008) lo titulé Bailar de los bailares. Dice así:              


Eres, Luisa Chicano,

una genial bailaora,

desde tus pies a tus manos

hay un vuelo de palomas.



La fuerza que hay en tu sangre

vino a ti desde muy lejos,

desde muchísimo antes

de tus parientes más viejos.



Que la ancestral danzarina

que hay dentro de tu vestido,

la de la cintura fina,

de la Biblia trae latido.



En medio de tus volantes 

Dios escondió la canela

y las esencias fragantes

de una danza sin escuela.



Por eso, cuando levantas

tus brazos en el tablao

y te recoges, y saltas,

punta y tacón, perfilaos…



y echas atrás la cabeza

y se curva tu cintura,

no hay en el mundo belleza

que tenga mejor postura.



Y cuando brilla el silencio

a golpe de soleá,

todo un mundo de misterio

se mueve con tu compás.



 
La tarde acabó con una ronda de cantes de los aficionados allí presentes y con la instauracion de una despedida por verdiales que será, de aquí en adelante, una forma de dejarnos con ganas de volver.  A mí me han quedado muchísimas ganas. He estado demasiado tiempo fuera de este mundo que es tan mío y tan de mi agrado. Una marvillosa forma de volver. Me habéis devuelto la confianza con vuestro buen hacer. Gracias, Rincón del Cante de Las Castañetas. Gracias, Juani, por tu cariño y un fuerte abrazo para todos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VAGÓN 12 DEL AVE. Crónica de un viaje exprés, por Mariví Verdú

Entrar en la Estación María Zambrano con una maleta y un billete de tren en la mano es salir al encuentro de la vida. Llevo lo imprescindibl...