domingo, 25 de abril de 2010

EL COLOR DE LA ÚLTIMA SEMANA DE ABRIL

Esta mañana amanecía como si el mundo fuera un enorme capullo de seda. El color difuminado del cielo, su bruma de oro metida por los valles trasminando de azahar desdibujando la mar y sus contornos, la delicada cortinilla de humedad que nos envolvía, todo hacía presentir que el sol se iría adueñando de la mañana, y así ha sido. Las últimas lluvias sólo han sido una romántica despedida del invierno.

Esta mañana, el mundo civilizado sigue siendo tan capullo como ayer, pero menos que mañana. Obcecado en llevar la razón a toda costa, este mundo glotón ha vuelto a plantearse las mismas conclusiones: lo nuestro es lo que vale –aunque no nos valga ni a nosotros mismos-, el muerto al hoyo y el vivo al bollo y primero yo, después yo y, si sobra algo, para mí. En estas tres patas se levantó el taburete donde se sienta hoy el culo gordo de nuestra civilización. El resto del refranero quedó en desuso: haz bien y no mires a quién, obras son amores que no buenas razones, el que quiere la col, quiere las hojitas del alrededor… ¡qué poquito ha quedado de nuestra idiosincrasia, qué poquito! ¿Dónde dejamos el respeto al prójimo, adónde el amor?
Hoy sólo se quiere ser eternamente joven y vivir  mejor que el vecino, ya sea del quinto en vertical que en adosado horizontal. Nos ha absorbido el poder y el dinero y las únicas metas son ambigüedades enchufadas a la red eléctrica o sobre las cuatro ruedas. Peleamos sin ganas, vivimos sin ganas, dejamos que la apatía nos manipule y nuestra actitud tiene que ver más con los tópicos que con la convicción de ideas. Todo se ha convertido en una amalgama informe que, como un alud agrisado, va pasando sobre la vida, arrollándonos a su paso y haciendo la pelota más grande, hasta acabar en tunelillo que sellan con silicona y…si te he visto, no me acuerdo.
Pero hemos votado en este corto paseíllo, conformándonos con lo que nos ponen en la papeletilla, se nos han caído los dientes y el pelo y hemos pagado, con mucha dificultad, nuestro mortuorio ¿qué más queremos? Bueno, también ha habido tarde de futbol, corridas de toros y escándalos, ya sean ajenos o propios, y a veces –muchísimas veces- un ángel caritativo  nos hemos librado del mal. Amén.
El color del día ha sido bellísimo. El de la semana, inquietante. Nuestra sociedad no es clara, ni justa, es pasota y está esmerilada. A mí me deja el corazón más bien triste y preocupado. Y es que me cuesta dar con gente que se planten el legado ético, el origen divino, que sienta respeto por el poderoso misterio de la vida, sin que nuestra conversación, llegado el caso- parezca de dementes o de testigos.
Menos mal que me gustan las palabras. En ellas me refugio y me explayo. Y, hablando de palabras ¿habéis observado que en nuestra sociedad todo depende de la segunda letra? De la O a la U va sólo un pasito muy corto… Cuidemos de no meter la pata.

Desde El Garitón, planteándome a ratos lo que Hamlet, mientras nacen las primeras rosas, Mariví Verdú

DEL PERIÓDICO DIGITAL EL AGUIJÓN

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