DOLIENTE Y DE OCCIDENTE

martes, 17 de diciembre de 2024

CLAUSURA DEL XXXVIII CONCURSO INTERNACIONAL DE LETRAS FLAMENCAS "HIJOS DE ALMÁCHAR", por Mariví Verdú

Desde que amaneció el pasado jueves, día 12 de diciembre, hasta la mañana del domingo quince, todo el tiempo he sentido un ángel de la guarda a mi lado. Si queréis venir conmigo estos días, os lo cuento. 

Llegué a Bilbao con un frío soportable pero en el aeropuerto recibí el abrazo calentito de un grupo de amigos almachareños, encabezados por el alcalde Antonio Yuste, y en tan grata compañía llegué a Barakaldo. Dos taxis de malagueños con ganas de compartir la experiencia familiar que un año más nos lleva a la Calle Castilla y León número 2. Llegamos riendo, disfrutando ya desde la fresca mañana bilbaína. Allí nos esperaban el presidente de la Asociación Andaluza Hijos del Almáchar, Manuel Sánchez Villalba, y su hermano Bernardo. Juntos nos tomamos unos cafés después de abrazarnos y ponernos al día y pude conocer al resto de los componentes del grupo formado por concejales de distintos partidos políticos, todos almachareños: Juan Manuel Pérez Fernández, Adrián Santana Guerra y Juan Pérez Gámez. Con ellos venían Joaquin y Leticia, de Axarquía Información, y Beatriz Nuñez Priego.

Dejamos el equipaje y nuestras pertenencias en la asociación, en la misma sede donde se celebraría al día siguiente, viernes 13, la presentación de la Antología Poética de la Copla Flamenca y liberados nos fuimos a pasear todo Barakaldo. Llegamos al teatro donde tres días más tarde celebraríamos el XXXVIII Aniversario del Concurso Internacional de Letras Flamencas "Hijos de Almáchar" y nos fuimos de pinchos y zuritos toda la mañana.

Ese mismo día había quedado con mi amiga Concha Landa de Vitoria para vernos y echar el día juntas. Fue una satisfacción volverla a abrazar. La vi venir a mi encuentro por Calle Nafarroa, a la altura de la iglesia de San José. Conchi y yo nos conocimos en Almería, en un viaje del imserso y nos hemos hecho amigas, lo que no esperaba es que vendría hasta Bilbao para abrazarnos y tener la ocasión de compartir un día feliz. Al final nos quedamos por Barakaldo y fuimos a comer a un lugar que nos había recomendado el propio presidente. Por la tarde fuimos a Bilbao y vivimos muchas peripecias juntas, nos reímos, merendamos y nos pusimos al día de todo lo importante, compramos suerte y nos regalamos unas horas mágicas. Nos despedimos ya entrada la noche deseando un nuevo encuentro y agradeciendo a la vida cuanto nos ha dado. Me recogí enseguida. Estaba fundida del viaje y del palizón de andar que nos dimos.

El grupo al completo estuvimos alojados muy cerca de del Teatro Barakaldo y desde allí  llegábamos con mucha facilidad a la sede de la Asociación. El viernes me levanté temprano y llegué hasta allí con el deseo de ver a los amigos. Ese día era mi día, el motivo principal de mi visita a Barakaldo, la presentación de la Antología Poética de la Copla Flamenca, un aproximación al Flamenco por sus letras, editada por Renacimiento y auspiciada por la Diputación de Sevilla.

Me abrigué bien, hasta con guantes y sombrero. Había organizado la mañana de ese día prácticamente al completo, pero hubo cambio de planes. Desayuné en el café de la asociación hasta que llegó Manolo,  el presidente. Traía el nuevo vestuario del Grupo de Baile Malaka, el que componen hijas, sobrinas y nietas de los socios, y algunos vestidos había que modificarlos. Los trajes los iban a estrenar en la gala del sábado y me ofrecí para coser si había que hacerles algunos arreglos, por lo que tomé la decisión de quedarme y ayudar. 

De esta manera pasé a formar parte de un taller de costura improvisado, después de regresar de Bilbao y realizar un compra necesaria. Y allí, con un grupo de maravillosas mujeres: Lourdes, Charo, Juani (la mujer del presidente) y Leire estuvimos dando lo mejor de nosotras. Le dedicamos prácticamente el día y hasta media hora antes de la presentación del libro. He de decir que el tiempo de costuras fue tan mágico como el de la presentación. De hecho, a las siete el taller se convertiría de nuevo en salón de actos y seguidamente en lugar del ágape. Hay que vivirlo, verlo para creerlo y poderlo contar. Este grupo de almachareños son increíblemente eficaces, trabajadores, abnegados, además de buenísimas personas que es lo más importante de todo. Volvería a hacerlo, sin dudar, a comer bizcocho de Charo, a ver cómo ensayaban las chicas, a disfrutar de la amistad.

En el almuerzo, al que estuvimos invitados todos los que habíamos volado juntos, estaban  también María José Martín, presidenta de la Peña Flamenca de Almáchar, hija de mi amigo Vicente, y otras personas que llegaron el mismo viernes. Con todos compartimos la mesa, la armonía y la alegría de vivir. Lo pasamos muy bien. Al acto de presentación, vinieron todas la personas anteriormente nombradas, prácticamente todos los directivos de ambas entidades hermanas, Barakaldo y Cornellá del Llobregat, acompañados de sus mujeres; Jagoba, responsable de la asociación en redes, los responsables de Axarquía Información, los concejales Alba Delgado, Carlos Fernández y Raquel Olalla del Ayuntamiento de Barakaldo... el salón estaba completo.

Después de las cariñosas palabras del presidente Manuel Sánchez Villalba, comenzó mi intervención. Hice un recorrido por el libro, nombré a cada uno de sus antólogos: José Cenizo Jiménez, profesor, experto en flamenco y poesía, crítico literario, escritor y letrista; Rafael Domínguez Villa, escritor, poeta y letrista;  Catalina León Benítez, profesora, escritora, estudiosa del flamenco y experta en su didáctica; Francisco Antonio Linares Lucena, profesor, escritor, investigador, poeta, letrista, lexicógrafo, dialectólogo y estudioso del flamenco; José Francisco Ortega Castejón, experto en música y flamenco, editor de la revista “La Madrugá”;  María del Mar Prats Yusta, profesora de baile, poeta y letrista y al ideólogo y coordinador, Domingo Jiménez Cánovas, así como al prologuista tan especial que hemos tenido: José María Velázquez Gaztelu. Hablé del misterio y el duende que rodea a la letra flamenca y cité parte del prólogo que no tiene desperdicio. Abrí debate, turno de preguntas y luego, después de dedicar algunos ejemplares, comimos y bebimos brindando por la amistad y el encuentro. Me retiré agradecida a tomar un caldito de puchero con mi amiga Juani a casa de Ana, una almachareña increíble que regenta un bar al volver la esquina de la calle. Me dieron las diez y las once hablando con ellas, y me dieron las doce y la una, las dos y las tres...sin dormir: emocionada, agradecida, recordando lo vivido.


Al día siguiente estaba allí como un clavo. Había quedado con Miriam Sánchez y no podía faltar. Hasta acabar su vestido. Más tarde me fui a Bilbao, necesitaba pasear por el Casco Viejo, asomarme a la Ría, llegarme al Mercado de la Ribera y gozar de un vermut rojo y un pincho en aquel marco único, exclusivo, inevitable sí voy a Bilbao. Y eso hice, como la protagonista de un ritual mágico donde toda la esencia de la tierra viene a mí y me abraza. Allí, esperando el tranvía, frente a la Iglesia de San Antón, me despedí de Bilbao hasta otra y tiré para Barakaldo totalmente emocionada.
Llegué justo a la hora del almuerzo y les leí esta décima que había hecho en esos duros momentos de mi sentimental insomnio:

Hay momentos en la vida
que me ayudan a vivir,
los que puedo compartir
con mi gente más querida.
Arropada, comprendida,
rodeada de lo mío,
ese mundo en quien confío
que me roba el corazón.
Para todos, mi canción
agradecida, os envío.

Habían llegado ya el ganador de concurso, José Sánchez Cano, y su querida compañera Marisa, con quien hice migas desde el primer momento. Hablamos de muchas cosas, antes, durante y después de la comida, un almuerzo que despedimos los tres juntos y porque nos avisaron, de no haber sido así, todavía estaríamos allí y porque el acto comenzaba a las seis y media y había que arreglarse un poco. Eso hicimos todos, ponernos un poquillo guapos para asistir a la clausura. Lo intenté, al menos.

Llovía a la hora de salir del hotel, pero afortunadamente no habían más de cien metros hasta el Teatro Barakaldo. Presidido por la alcaldesa Amaia del Campo, el alcalde de Almáchar Antonio Yuste  y nuestro querido presidente Manuel Sánchez España, acompañados a su vez de ambas corporaciones municipales, comenzó el acto a la hora prevista. Presentaban, como en ediciones anteriores, Joseba Larrinaga y Cristina Zúniga y, tras dar la bienvenida, comenzaron las pequeñas del Grupo Malaka con su baile llenando de gracia el escenario. 


Siguieron las adolescentes y terminaron las brillantes actuaciones las más mayores, todas jóvenes y hermosas, responsables del Grupo Malaka.
Y comenzó la entrega de premios.

Los premiados de la XXXVIII edición del Concurso Internacional de las “Letras Flamencas”, con el Jurado formado por Salvador Pendón, José Martín Pérez y Luis Cabrera Sánchez, había otorgado  premiar, bajo el lema “Maresía”, a José Sánchez Cano de Lebrija, Sevilla, con el primer premio.
Bajo el lema “Misericordia”, el trabajo de Rafael Domínguez Villa, de Sevilla, con el segundo premio y el tercero, bajo el lema “Por amor al arte”, a Juan José González Aguilar de Conil de la Frontera, Cádiz.
Rafael Domínguez Villa consiguió el especial “José de la Picá” a la seguiriya, y los especiales al mejor verdial, la mejor malagueña, la mejor soleá y la mejor bulería fueron para  José Sánchez Cano. Se entregaron los premios en orden inverso y yo subí a recoger el segundo en nombre del compañero de la antología Rafael Domínguez Villa. Lo recibí  de manos de la alcaldesa Amaia del Campo. El último en subir y recoger su premio fue José Sánchez Cano, que lo recibió de Antonio Yuste, alcalde de Almáchar. Después de diez minutos de descanso, subieron al escenario la cantaora Nuria Martín vestida de un blanco inmaculado, dispuesta a ser el centro de atención, y el guitarrista Francis Hernández, deleitándonos con su buen hacer. Por cierto, he de decir a los organizadores y especialmente a los iluminadores, que fueron un acierto las luces cenitales, particularmente las azules... 

Comenzaron con un recorrido por Málaga, desde Andalucía de El Chino de Málaga para acabar por verdial, una letra que hace muchos años le dediqué a Nuria Martín y habla de sus abuelos fiesteros, ya que estamos emparentadas por mi vía materna, por mi abuelo José González González, de los Montes de Málaga, y el suyo Antonio Martín González “Raicero” y a su otro abuelo Andrés Rivera Torres “Cincorrales”.  Me dedicó unas palabras de agradecimiento que me enternecieron.

 Continuaron por tientos y tangos, por soleares -por cierto cantó la de La Niña de los Peines que cita Gaztelu en el prólogo:

Fui piedra y perdí mi centro
y me arrojaron al mar
y a fuerza de mucho tiempo
mi centro volvía a encontrar.

Después del solo de guitarra por granainas de Francis Hernández, donde encajó un recuerdo de la Suite Española de Albéniz, correspondiente a Asturias, se levantó la sala en aplausos. 


Nuria salió con nuevo look para cantarnos unos villancicos por campanilleros: “El rico avariento”. Y para acabar nos interpretaron “Hay que nacer en Jerez” recordando a Lola Flores. Pero no acabó aquí, y yo lo sabía, aún nos tenían guardado un fin de fiesta por bulerías. Nuria no se iba sin una pataita y descalza se marcó un baile que hizo las maravillas del público. Pude hacerle unas fotos que así nos la muestra, en pleno delirio.

Y para concluir, cerraron el acto las componentes del Grupo Malaka, esta vez todas juntas, las chicas y las mayores, poniendo el broche final una actuación redonda y emotiva.

Antes de despedirnos hasta el año próximo, los presentadores Cristina y Joseba llamaron al escenario a dos personas incondicionales, entregadas, imprescindibles, Paco y Leire, tan importantes en la organización, recibiendo de los presentes un fortísimo aplauso mientras bajaban el telón.
Se nos hizo corto todo, todo. 



Luego continuó la noche con un ágape en la sede, una comida generosa donde todos dimos buena cuenta de las delicias y del vino. Estuve sentada con Nuria -no podíamos estar más tiempo de pie-, con los hijos de Alba, recibiendo clases de guitarra de Francis Hernández, aprovechando los últimos minutos de mi estancia con gente querida... Me despedí uno a uno de cada amigo con el deseo de volverlos a ver pronto y con la esperanza de que ellos también puedan verme a mí y abrazarnos como en esta ocasión, estrecha y fuertemente.

 


Me fui a dormir con pocas ganas. Paseé hasta Los Fueros y por Elcano Kalea disfrutando las calles mojadas y el ambiente limpio después de la lluvia. Todo olía a Navidad. Tenía solo cuatro horas para descansar, pero no podía. Me acosté pensando, dormí un par de horas y a las tres ya estaba escribiendo, viendo fotos, intentando dejarlo todo bien guardado en mi retina para que nada se me escapara...

Recogí muy temprano mis cosas. Aún no había pasado el operario de la limpieza con su chorro de agua por Calle Nafarroa. La juventud seguía de marcha sin temor al frío, en plena calle... La juventud, esa edad que aún se cree inmortal, es totalmente envidiable.

Regresamos en el mismo vuelo Nuria, Francis y yo. Nos separamos, cada uno llevaba su billete sacado desde muchos días atrás y no pudimos ir juntos. Volvíamos cansados, aunque felices y agradecidos por el amable trato recibido. 

Vi amanecer sobre las nubes, volando por el cielo, entre el sol y una espléndida luna llena: la luna fría de diciembre. Y, como un milagro, como una primera vez, me sentí mecida sobre el aire, repleta de esperanza.

 Traje regalos. Volví más cargada que a la ida. Pero la rosa, el eucalipto y el trigo de Miriam, de Sandra, de Leire y de las niñas llegaron asombrosamente intactos y lucen en mi entrada con aires de para siempre, con intención de eternidad.

Desde este Garitón que dejé por unos días y que hoy me cobija con la ternura de mis padres,


Mariví Verdú

 Fotos:
Jagoba Cueto
Beatriz Núñez
y Mariví Verdú

 

 

 

 


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lunes, 25 de noviembre de 2024

A MANUEL BENÍTEZ CARRASCO EN EL XXV ANIVERSARIO DE SU MUERTE, por Mariví Verdú

Hoy se cumplen veinticinco años de la muerte del poeta granadino Manuel Benítez Carrasco. Siento la necesidad, la satisfacción y el deber de dedicarle unas horas de mi tiempo para recordarlo, para hablar de él y llevar su nombre por estas redes como el que transporta una esencia, un tesoro, una joya de incalculable valor.

No he dejado de recordarlo porque no se me olvida. Su amistad me ocurrió como ocurren los milagros y su vida y la mía están ligadas a pesar de la muerte. Vive en mi memoria toda su obra poética y está ahí desde niña. Crecí oyendo sus versos, escuchando su voz, rapsoda único y magistral, y fue mi padrino, el que me lanzó al público bajo su mano protectora. Ocurrió en Calle Alemania, en el local que regentaban una pareja muy querida por mí; Ángel Montes, gaucho y trovador, y su esposa Lida, ante la presencia de grandes amigos y de mis tíos Gabriel González y Virtudes Guzmán que me avisaron de que estaba recitando Manolo. Tal y como estaba en la cocina, me quité el delantal y cogí un taxi para llegar lo más pronto posible. Estaba allí, delante de mis ojos, entrando por mis oídos, adentrándose en mi corazón. No dejó de mirarme desde que entré. Se ve que estaba comparándome con alguna foto mía que su amigo y compadre Joaquín González Medina le habría enseñado. O que se me notaba demasiado la adoración que por él sentía...

Nunca he sido imparcial al hablar de Manolo, el sentimiento no me deja ver con objetividad su obra poética: no se puede hablar con la razón y el corazón tirando al mismo tiempo. La cuestión es que me la sé de memoria, llevo escribiendo toda mi vida y me sé los poemas de Manolo pero no los míos.


Recuerdo lo que escribí al conocer su muerte: Ha muerto Manuel Benítez Carrasco, mi maestro. Él, que era todo un ser humano y una de las voces más singulares del alma poética, ya no está entre los que respiramos. Agotó su aliento luchando con una enfermedad que se rompe el corazón a si misma y a todos. Se ha fugado al silencio y en él está, de pié, con su exquisita figura, con su bastón, con su sonrisa mitad dulzura, mitad ironía y la tímida calidez de su mirada. Se apagó su voz de clavo y arrayán.
Manolo ha dejado un legado de versos navegables y redondos, sus magníficos poemas de  Mi barca, suya y nuestra, con la que iba y siempre volvía de México a Málaga, de Buenos Aires a Granada, de corazón en corazón. Dejó también el eco de su palabra niña, tierna y pasional, en el aire del Teatro Cervantes, en las aristas de cristal de Cofarán, en el barroco oxígeno de El Gaucho Argentino, en los últimos cañizos del Merendero Miguel, en la brea azulada de Huelin, en el marismo de Playamar, en las voces elevadas al siempre de Lola Flores, Manolo Caracol, Enrique Montoya, Gabriela Ortega..., en las de Rocío Jurado, Diego Gómez... y tantos otros ecos suaves y terrenales en los que leemos sus perfectas soleares, sus poemas de jazmín y clavel, todo perfume de oídos. Sus libros son árboles floridos, resueltos en trinos y amarguras. La luz de la pasión llevan por dentro. Esencia de agua y de muertes pequeñas son. Ahora, que la suya es una muerte grande y de verdad y sabiendo que Manolo ya estará donde siempre estuvo, en los libros, en el silencio, en el corazón de los amigos y en muchos sitios a la vez, yo quedo en Málaga echándole de menos, sin llegar a entender porqué se mueren mis dioses.

En Granada vio la luz
Manolo, por vez primera.
Por la señal de la Cruz,
con luz vino y con luz queda
el gran poeta andaluz.

He escrito muchas cosas sobre él y hablado en muchas ocasiones, en el Ateneo de Málaga, junto a Diego Gómez, uno de los locutores que más difundió la poesía de Manolo; en la tertulia que lleva su nombre dirigida por Fernando López, en Granada y junto a mis queridos amigos el pintor David González “Zaafra” y la bailaora María Guardia “Mariquilla”, Rafael Delgado Calvo, catedrático y biógrafo de Manuel Benitez Carrasco, el guitarrista José Manuel Cano y Fernando López en la presentación de las carpetas que realizó Zaafra con retratos de dos grandes granadinos y amigos, Manuel Cano y Manuel Benitez Carrasco y en mucho aniversarios que he organizado junto a la asociación de rapsodas que dirigía Juan Real en la Cueva del Tesoro y distintas asociaciones y peñas malagueñas. Le he rendido homenaje en cada rincón por el que he dejado palabras mías: una sección fija en la revista Calle del Agua y un especial titulado: Granada y Manolo, en la Revista Acordes de Flamenco, al que pertenece el siguiente texto:

“Recuerdo una Granada especialmente triste ese día de Noviembre. Entrar por sus puertas siempre es sobrecogedor porque esta ciudad está aduendada y es bella hasta el delirio. Sus patios cerrados, sus encalados cármenes llamando al silencio; sus cipreses, señalando las cumbres, cielo y nieve, y el eterno sonido del agua de sus fuentes…Todo desprende una poesía tan grata como triste, tan monótona como dulce, tan sutil que trasmina y se adentra finamente en el alma infundiéndonos su melancolía.
Corría una fría ventisca en la calle. Para ver al maestro Manuel Benítez Carrasco, habíamos llegado algunos amigos desde Málaga. Estaba muy enfermo. Llegué con su íntimo amigo Gabriel, mi tío, y nos movíamos por los pasillos del Hospital de la Inmaculada con los ojos como rastro, buscando al poeta. Yo me resistía a verlo doblegado, impotente, a él, tan altivo y hermoso, al poeta que poseía la arrogancia justa y el porte más cuidado.

Pasaba de largo cuando oí su voz. Podría decir de ella tantas cosas…Es una pena que sobre el papel no puedan dejarse los estímulos y las cadencias de aquella agradable entonación cuando, más que recitar, cantaba o reía, lloraba o penaba, rezaba o sufría, así era Manolo.”

No quiero dejar que el día, que amaneció nublado, lo convierta en algo triste, todo lo contrario: Manolo era un hombre vitalista, divertido, amigable, ocurrente, guapo, atrayente, especial. Fui yo la que ordené su habitación después de irse, quien tuvo la difícil tarea de lo mundano, de recoger sus cosas, su intimidad en la vieja casa frente  la playa, en el paseo de Playamar. Su amigo y el mío Joaquín González Medina me dijo que si conocía a alguien de confianza para esta tarea, a lo que le contesté: ¿Te valgo yo? No me lo pidió directamente pero sabía que a nadie ajeno le íbamos a permitir ese último momento. Me llevé la comida al apartamento y los dos echamos el día. Estas cosas no le interesan a nadie, pero las cuento para que se sepan porque lo más seguro es que mi nombre no salga en ninguna biografía. Ni que nadie escriba la de Joaquín, por lo que os comparto el romance que escribí en 1997 y que titulé Corazón malagueño y va sobre la vida de este emigrante, íntimo amigo de Manolo, que tiró de mi tío Gabriel para la Argentina y los tres fueron amigos hasta la muerte.

Allá en los años cincuenta,
con su ilusión embarcada,
Joaquín González Medina
se fue un día sin mañana.

Y se llevó su sonrisa:
puro jazmín de biznaga.
…Esa sonrisa tan pronta
de marfil, de cal y nácar.

Su nombre es tan familiar,
tan amigo, tan de casa
que pensando en Argentina
Málaga siente añoranza.

…Mi González compartido…
apellido de montaña,
de horizonte y verdial,
de abuelos, de orgullo y raza.

Medina, materno Islam
de soñadas Alcazabas…
Ciudad de un azul total
con jardín de agua salada.

Él encontró en otro mar
un amor fiel, que aguardaba,
que le ha dejado en herencia
tres hijos, nueva esperanza.

Todo lo que fue buscando
su Virgen se lo encontraba
perfumando con romero
el agua de la distancia.

Había un trozo de suelo
que de niña yo pisaba
con dos nombres y una fecha,
ya por el tiempo, olvidada.

Decía: Joaquín y Loli.
Bermeja letra grabada.
Dulces Portales de Gómez.
Alacena de mi alma.

Guardo poemas y fotos
de esa juventud, sin plata,
con los cabellos morenos
y un Gabriel que le cantaba:

Arcángel de malagueñas,
íntimo amigo en jarana,
por el que yo le conozco
en secretas confianzas.

Recuerdo cuando venía
con su familia a mi casa:
número sesenta y dos...
Calle que a Cádiz llegaba.

En la Feria Malagueña
yo nunca siento su falta,
que si no está su persona
en nuestra memoria anda.

Buena faena en los toros
de La Malagueta, aguarda
que hayan venido sus ojos
para poder admirarla.

Igual que el pintor, se fue…
como el poeta y su barca.
nuestro Benitez Carrasco:
el  agua  de  las  palabras.

Buenos Aires, aire puro
te llevaste de estas playas.
Del Palo a Torremolinos
corren brisas de nostalgia.

Joaquín, allá donde esté
y donde quiera que vaya
llevará Málaga dentro
de su sonrisa y su alma.

Hoy, años después de las tres despedidas, ya sin Manolo, sin Gabriel y sin Joaquín, los echo de menos y los tengo presentes. Y, como poeta, sigo pensando en Manolo y teniéndolo como referencia, sintiendo con él la llamada de la poesía, disfrutándola, sufriendo y viviendo por ella, y así seguiré mientras me quede un hálito de vida. Para su memoria vayan mis palabras. Por los tres, mi corazón.

Desde El Garitón, con el cuerpo cortado por el gris del día, a punto de lágrimas, Mariví Verdú

La primera foto está tomada en la Playa de La Misericordia.
La segunda, en su tumba, en el Cementerio de Granada, mi madre y yo.
La tercera, el día que le conocí personalmente en El Gaucho Argentino: 24-4-1998.
La cuarta, en el Mesón de mis hijos "Durán y Verdú" en Calle Ángel, junto a ellos, Peri y Cheche.
La cuarta, en Granada, presentación de los trabajos de David Zaafra.
La quinta, está tomada por mí en la Playa de La Misericordia. Manolo y Joaquin González.
La sexta, el hermano de Manolo, entre David Zaafra y yo.
La septima, en el Merendero Miguel, en la Playa de La Misericordia. Manolo, Joaquin y yo.
La octava y última, el día que le conocí personalmente en El Gaucho Argentino: 24-4-1998.

 



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martes, 12 de noviembre de 2024

ANTOLOGÍA POÉTICA DE LA COPLA FLAMENCA, UNA APROXIMACIÓN AL FLAMENCO A TRAVÉS DE SUS LETRAS, por Mariví Verdú

 Desde el 10 de febrero de 2022 comenzó una preciosa historia compartida con siete personas más, entre ellos el ideólogo y coordinador, el profesor Domingo Giménez Cánovas, profesor de la Universidad de Murcia, en quien ha recaído el mayor peso de este libro: Antología Poética de la Copla Flamenca, una aproximación al flamenco a través de sus letras, una antología que pretendía ahondar y poner en valor la letra flamenca y que hoy, dos años y  medio después, la vemos materializada gracias a la Editorial Renacimiento de Sevilla y a disposición de un público diverso: entendidos, aficionados, estudiosos y artistas.

En él hemos colaborado José Cenizo Jiménez, profesor, experto en flamenco y poesía, crítico literario, escritor y letrista; Rafael Domínguez Villa, escritor, poeta y letrista;  Catalina León Benítez, profesora, escritora, estudiosa del flamenco y experta en su didáctica; Francisco Antonio Linares Lucena, profesor, escritor, investigador, poeta, letrista, lexicógrafo, dialectólogo y estudioso del flamenco; José Francisco Ortega Castejón, experto en música y flamenco, editor de la revista “La Madrugá”;  María del Mar Prats Yusta, profesora de baile, poeta y letrista y yo, que ya sabéis de mi trabajo sobre la poesía del flamenco, actividad a la que he dedicado mucho tiempo de mi vida, intentando dar al verbo en el flamenco la consideración que por derecho merece, añadir la cuarta vertiente -primera, diría yo- tan importante, básica y necesaria como el cante, el toque y el baile. Por este motivo fundé hace veintiún años la revista Calle del Agua, sobradamente conocida por la afición malagueña y fuera de nuestros límites.

El método de trabajo que hemos seguido ha sido totalmente personal, de hecho no nos conocemos personalmente la mayoría, y ha estado ordenado y dirigido por Domingo, a quien tuve el gusto de recibir en mi casa en septiembre de 2001. Vino a El Garitón junto a su esposa Mari Trini. Aprovecho para desearles desde esta tribuna todo lo mejor a la nueva criatura que está al nacer,  ya que pronto serán abuelos. Con Domingo, a raíz de aquella visita, surgió la amistad, porque ésta nace siempre del conocimiento y respeto mutuo. Sigo desde entonces su abnegado trabajo  dirigido a la investigación, recopilación y puesta en valor de la letra flamenca. La prueba la tenemos en este libro. Y le agradezco que pensara en mí, invitándome a participar. De mi aportación solo puedo decir que está basada en una experiencia personal, familiar diría yo, y una dedicación desde hace muchísimos años a la creación literaria, a la poesía, y concretamente a la poesía del flamenco. Colaboré con la revista Acordes precisamente con una sección así titulada: La Poesía del Flamenco.

Y siguiendo con el método de trabajo, os cuento un poco del proceso: cada uno de los participantes escogimos, según nuestro parecer, 150 letras entre las mejores, las mismas que enviábamos a nuestro coordinador en un correo común al que todos teníamos acceso. Las letras fueron escogidas individual y libremente, bajo nuestro criterio, bajo nuestra propia visión, conocimiento y gusto, añadiendo cada uno su particularidad, su personalidad, las letras que creímos ser dignas de estar en esta antología. Como hemos sido personas de distintas procedencias, de distintas enseñanzas y dedicadas a diferentes formas de estudio del flamenco, el resultado ha sido muy heterogéneo y positivo, como todo lo que nace de la libertad y el consenso. El amor común a este arte y el aliento de nuestro coordinador nos ha llevado a a trabajar casi dos años sin decaer. La recopilación ha sido el resultado, por un lado de mayorías, con letras del acervo popular, y por otro de novedades imprescindibles, letras de autores como José Antonio Muñoz Rojas, Manuel Alcántara, Benito Acosta, Carlos Murciano o Benítez Carrasco son un acierto que estén en este libro. Todo un trabajo en equipo, consensuado y bien dirigido el que presentamos al mundo.  Algunos meses de espera y ya está aquí,  gracias al respaldo y la confianza de la Editorial Renacimiento y la suma de conocimientos de tan prestigiosos compañeros más el valioso trabajo de coordinación que han dado como resultado esta Antología Poética de la Letra Flamenco, una aproximación al Flamenco a través de sus letras.


A cuatro días  de cumplirse catorce años de la inclusión del Flamenco por la UNESCO en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconocimiento internacional a la música más rica y fascinante, aprovecho para desearle larga vida al Flamenco, a los amantes de este arte y a cuantos de una forma u otra hacen que siga siendo el arte más representativo del pueblo español. Dar las gracias a la Editorial Renacimiento por hacer material la antología y a los compañeros que la han hecho posible. Me siento muy afortunada. Gracias, Domingo, por confiar en mí.


Mariví Verdú

* Portada del libro  (Próximamente se presentará en la peña "Rincón del Cante de Las Castañetas").

* Foto del pasado día 10 de noviembre en el programa "Compás y después gloria", con Lourdes Gálvez del Postigo, dentro del programa "Días de Andalucia" de Carmen Rodríguez Garzón. Gracias, Lourdes, por tu cariñosa invitación y a Adela Arroyo por tan bonita foto. Y gracias a Primi Sanz, empatía y cordialidad:

Cuánta importancia le damos
a un vasito de agua fresca
cuando lo necesitamos.


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domingo, 27 de octubre de 2024

LUIS PERDIGUERO Y JUAN MANUEL CADENAS "EL CHINO" EN EL RINCON FLAMENCO "LAS CASTAÑETAS", por Mariví Verdú

Hoy sábado, veintiséis de octubre de 2024, hemos tenido el gusto de recibir en la Peña Rincón del Cante de Las Castañetas a dos grandes artistas del panorama flamenco actual: un malagueño, el cantaor Luis Perdiguero, y un sevillano, el guitarrista Juan Manuel Cadenas "El Chino".

Después de degustar una suculenta fabada y de un rato de expansión con los amigos y socios de la peña, dió comienzo la sobremesa flamenca. Con un local al completo, Joaquín Cabello me invitó a subir al escenario ya que había recaído en mi persona el honor de ser la presentadora de tan esperada actuación. A una no le queda otra que rendirse ante una afición tan entusiasta. Comencé haciendo una semblanza de ambos artistas.

Del cantaor Luis Perdiguero tenía mucho que decir y todo bueno. Con él me puede el sentimiento, así que eso es lo que hay. Hacía demasiado tiempo que no nos dábamos un abrazo...
 
Luis Perdiguero, malagueño trinitario, se cría en Antequera. En la masa de su sangre lleva el arte de Jerez, familiar, de Los Paulera. Es bisnieto de Tia Anica "La Piriñaca" y con solo cinco años canta en Ronda en el homenaje de Juan Orillo, hermano del cantaor Alonso Núñez "Rancapino". Lo hace junto a artistas consagrados como Juana la del Revuelo, Juanito Villar y Chano Lobato, cantando por bulerías con la guitarra de Manuel Domínguez.
Desde los diecisiete años hasta el día de hoy no ha dejado de cantar y lo hace dejando su sello, su impronta flamenca y el arte que atesora en su corazón y que descubre en cada una de sus actuaciones.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Antequera, graba el primer disco en el año 2007. Titulado "Vente tú conmigo", le acompaña Chaparro de Málaga a la guitarra y sus amigos jerezanos Moraito a la guitarra, Luis "El Zambo" al cante, "El Bo" y "El Chicharro" a las palmas y Joaquín Grilo al baile; nueve temas personales.

 En 2011 se atreve con otro segundo disco, en esta ocasión titulado "Luis Perdiguero canta a José Antonio Muñoz Rojas". Los textos de José Antonio Muñoz Rojas son palabras mayores y "Las cosas del campo" (mi libro de mesita de noche) un reto total. En este trabajo Luis le rinde homenaje al Hijo Predilecto de Andalucía en un trabajo conjunto con el gran guitarrista Antonio Carrión.
 
El pasado año vuelve a grabar y en esta ocasión en su tercer disco lo tituló "Nostalgia". Este es un disco lleno de sentimientos, precisamente de nostalgias, como él dice, por todo: porque recuerda a su Antequera de infancia, a su familia y los amigos que ya no están ... Con cantes añejos, clásicos flamencos, nos ofrece casi cincuenta minutos de flamenco puro.

Luis posee una relación de importantes premios y no cesan las actuaciones por nuestra geografía.
 
Ha vivido en Marbella y actualmente vive en Jerez de la Frontera.
 
 
 
El guitarrista Juan Manuel Cadenas "El Chino", nacido en la Lantejuela en la provincia de Sevilla, con sus cuarenta y ocho años es un artista consumado. Su larga trayectoria artística dio comienzo siendo un niño ya que con solo ocho años empieza a tocar la guitarra. A los dieciocho, animado por su padre, va a estudiar a Córdoba con el Maestro Paco Serrano y cursa estudios en el Conservatorio Profesional "Cristóbal Morales" de Sevilla.

Su larga y extensa vida profesional, dentro y fuera de nuestras fronteras andaluzas, su experimentado toque ha acompañado el cante de su tío Jehová Sierra y el de numerosos artistas como Emmanuel Cuevas, Miguel de Tena, Raúl Montesinos, Rubito de Paradas, Bernardo Miranda y tantos otros entre los que contamos algunos malagueños como Francis Bonela y Luis Perdiguero. Ha participado en el espectáculo "Torre de Agua" con Evaristo Cuevas y es tocaor oficial del Concurso de Flamenco de su tierra natal que cuenta ya su XXIX edición.

Tiene en su haber el primer premio al mejor guitarrista de acompañamiento en la asociación "Amigos del Duende" de Osuna (Sevilla).
 
Tuve el placer de oírle por primera vez en Barakaldo, en Bilbao, en la final del XXXVI Concurso Internacional de Letras Flamencas "Hijos de Almáchar"acompañando al cante de Manuel Cuevas. Está tarde lo recibimos aquí con los brazos abiertos. 

Y una vez acabadas las presentaciones, da comienzo la actuación de Luis cantando por martinete. Y se hizo el silencio. Continúan, como es costumbre en esta tierra, con unos cantes por malagueñas. Nos recuerda a Chacón y a La Trini con una magnífica interpretación de ambis estilos. Continúan por tientos y tangos alegrándonos la tarde para irse después por Levante, interpretándonos taranta y minera, cantes que fueron muy aplaudidos. 
 
Acaba la primera parte de la actuación y se celebra un concurso que hacemos cada mes en el que rifamos un jamón o un lote productos ibéricos y en esta ocasión también un décimo de Navidad. Hoy la suerte ha recaído sobre nuestra compañera Inma a quien damos un fuerte aplauso.
 
Pasamos un ratito tomando alguna copa o café y nos preparamos para dar comienzo la segunda parte. Mientras hay espectáculo, no se atiende la barra.
 
Y da comienzo la segunda parte recibidos por un caluroso aplauso que se corresponde con un cante por soleá. Hay lucimiento por ambas partes y nos llevan después al pozo profundo de las siguiriyas, un palo que no se puede interpretar mejor. Luis se entrega por estos dos cantes, son suyos por derecho, soleares y siguiriyas, y se deja el alma en ellos. 
 
Continúan con una tanda de fandangos que son muy aplaudidos, tanto por sus letras como por la interpretación, cantando el último en pie y al borde del escenario: sentimiento puro. Y rematan la actuación por bulerías con la gente entregada. Los despedimos en pie y con todo el mundo en aplauso unánime. Ellos agradecen el respeto de la afición así como nosotros aplaudimos la entrega y el corazón que han puesto en su actuación.
 
Y sin más solamente dar las gracias a este rincón tan flamenco porque nos hemos quedado verdaderamente satisfechos y contentos. Desear salud y suerte a todos los asistentes y en particular para estos dos pedazos de artistas que hemos tenido hoy con nosotros. Gracias y ole por los dos.

Desde este rinconcito de Pinos, Mariví Verdú


en octubre 27, 2024 No hay comentarios:
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martes, 15 de octubre de 2024

ENTRE PINTAR Y ESCRIBIR, VIVIR, por Mariví Verdú

No sé por qué motivo el día 15 de octubre no pasa nunca por alto en mi calendario, siempre me detengo y escribo para recordar a mis Teresas, a las grandes Teresas de mi vida.

Recuerdo con cariño la primera vez que estuve en Alba de Tormes, en la tierra donde descansa Teresa de Jesús. Fue todo un acontecimiento para mí, pasear por sus calles, sentir la humedad de su río... Aún guardo en mi memoria la bondad de los albenses y la interesante conversación mantenida en aquel bar sobre el Río Tormes.  Allí sentí que estaba en un lugar privilegiado, un sitio mágico y tocado por divina presencia. Era la tercera vez que estaba en tierras salmantinas. La Santa sentiría en Alba lo mismo que yo cuando llego a Málaga, a mi tierra, a mi hogar: los pies en lugar conocido, querido, seguro, aunque segura nunca se esté en ningún sitio. Sentirnos junto a lo que ha formado parte de tus recuerdos, es una tranquilidad. Saber que nos espera un rinconcito de casa donde cobijarnos, una cama, un plato caliente, eso es la paz.


El nombre de Teresa significa mucho para mí y encierra el mismo cariño con el que suelo pronunciarlo. Primero, por mi bisabuela y madre de mi abuela Victoria, tan querida por mí, con la que conviví durante once años de mi vida. Bueno, casi doce porque todo el embarazo transcurrió en su casa, en Calle Pacífico 25, frente al mar, frente a las Playas de la Misericordia, trozo de la bahía malagueña que siempre marcó el marítimo compás de mi vida. También llevó ese nombre la hermana de mi madre, mi tía María Teresa, que tantas cosas me enseñó en la vida. Me enseñó a tener paciencia, algo de lo que me he dado cuenta hace poco que poseo; me transmitió su estoicismo nato e intentó, inútilmente, inculcarme su resignación. Por todo le estoy agradecida, en particular porque con ella aprendí a ganarme el pan trabajando con mis manos. Entre las dos, ella y mi madre, me crié. Me enseñaron, la una, a coser, la otra, a bordar y hacer primores, y las dos a vivir. Con cuanto mimo me enseñaron a hacer toda clase de bordados: el pespunte, el cordoncillo, la cadeneta, el festón, el punto de aguja, de sombra, de arroz, de arena, de Asís, de cruz... Aprendí a sacar hilos para hacer vainica y deshilados, a hacer los bordados canarios y Richelié, el punto yugoeslavo o de escala y el maravilloso punto de sombra donde solamente podías ver el perfilado relleno de un pequeño nublado de color sobre la fina tela de organza... Tantas y tan distintas formas de colocar la aguja, de disponer el hilo para hacer aquellas puntadas maravillosas que resultaban tan mágicas, que llenaban delicadamente el blanco del muestrario o la labor. La tela siempre tenía que estar Inmaculada, no permitían ninguna mancha sobre el lienzo que bordaba. Por fortuna, nunca me sudaron las manos y mi muestrario de labores siempre estuvo al gusto de mis maestras, de no ser así me hubieran hecho lavarlo. O lo hubiera tenido que deshacer, como hacían cada vez que veían alguna equivocación. Mi tía María Teresa  me enseñó a poner las pencas de las mangas con un vuelo que se conseguía con un fino hilván que se repartía desde un lugar determinado de las sisas... Me enseñó a hacer bien los dobladillos, los sobrehilados, las crucetillas, las bastillas, las presillas y  los ojales. Ella siempre me decía que las cosas debían estar mejor hechas por dentro que por fuera, que lo contrario era cosa de fulleras y puercas, esas que toda la basura la esconden bajo la alfombra. Y efectivamente tenía razón: lo mejor es lo de dentro, lo que nadie ve. Eso es lo que hay que cuidar con más esmero, lo que está adentro. O sea, los sentimientos y el alma que los alberga.

Hoy, después de setenta y un años que disfruto de todos los conocimientos que me dieron, tanto Teresa como Victoria, dos hermanas que se quisieron hasta el final, que se respetaron siempre y estuvieron juntas en los grandes y pequeños momentos de la vida, en honor a ellas y en particular a mi tía María Teresa, quiero agradecer de todo corazón cuanto dejaron en mí, la magnitud de su herencia en mi vida.

Yo, que siempre tuve prisa, hoy vivo en un remanso de paz con ellas, junto a ellas, con todos sus conocimientos y con toda la tranquilidad que me han transmitido en cada puntada que dieron en mi vida, tantas como minutos pasamos entre primores y agujas, enhebrando, aprovechando el sol, pinchándonos, cantando o llorando.
 
Pasa el tiempo y no escribo como antes, estoy pintando mucho y haciendo otras muchas cosas que hay que hacer en este mundo antes de irse. Cuando remuevo las palabras casi siempre salen las tristezas, recuerdos y ausencias, por eso últimamente mezclo colores sobre mi paleta y pinto.   Y aunque escribir significa quitarme espinas, lo cierto es que siempre me deja sangrando el corazón.

Desde este Garitón que hoy sonríe a la lluvia y canta, Mariví Verdú

 *Foto en el Cortijo de San Isidro, de izquierda a derecha, María Teresa González Sánchez, mi tía, con otros familiares míos, los primos lejanos Pepe y Federico Luque y su madre, Catalina Navajas.

* Mi muestrario de labores del Bachillerato.
* Mi visita en 2007 a Alba de Tormes.

en octubre 15, 2024 No hay comentarios:
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domingo, 29 de septiembre de 2024

ANA FARGAS Y PACO JAVIER JIMENO en el Rincón del Cante de Las Castañetas, por Mariví Verdú

Hoy, sábado 28 de septiembre,  la Peña "Rincón del Cante" de Las Castañetas ha reanudado su actividad flamenca después de unas cortas vacaciones estivales y lo hemos hecho disfrutando de la extraordinaria visita de una pareja estelar: la cantaora Ana Fargas y el guitarrista Paco Javier Jimeno, dos profesionales que no solo son pareja artística sino sentimental y que han dado muestras de su compenetración  y sabiduría en una actuación entregada, magnífica, memorable. 

Presentados por Salvador Pendón que nos ha recordado la trayectoria de ambos artistas, los premios de Jimeno (los más prestigiosos que existen de guitarra) y la poca valoración que hacemos de lo nuestro, da comienzo la primera parte en la que nos han deleitado con malagueña y abandolaos, cantiñas de Cádiz con alegrías de Córdoba, caña y tangos, recordándonos a nuestro querido Lebrijano.

Uno de los muchos méritos de los socios que componen este rincón flamenco es el de saber escuchar y hoy ha dado muestras de ello.

En la segunda parte de la actuación disfrutamos una zambra, un solo de Jimeno que estuvo entregado y muy a gusto y a continuación volvió al escenario Ana interpretando unas preciosas peteneras, unos cantes por seguiriyas, la copla "Y sin embargo te quiero", de Quintero, León y Quiroga, con una personalizada versión que gustó muchísimo, para rematar por bulerías recordando a Camarón, a La Lola y a las de Utrera.

Y como no los dejábamos ir, nos regalaron una preciosa versión de "Como una ola", de Pablo Herrero y José Luis Armenteros, para acabar con tres fandangos que levantó, por tercera vez, a todo el público de sus asientos, roto en aplausos, satisfecho y agradecido.

Ha sido una tarde memorable, llena de aciertos y de flamencura y hemos disfrutado de lo lindo. Ha sido un verdadero placer tenerlos en nuestro querida peña.

Gracias, Ana y Paco, por vuestro talento artístico, gracias a Juan Moreno, Salvador Pendón y a toda la directiva por tan notable trabajo, a José María Moreno "Nene" por los riquísimos callos de su carnicería y a todos los socios y artistas que nos han acompañado esta tarde.

Me enorgullece pertenecer a este rincón tan flamenco y disfruto de la compañia de unos socios y amigos tan respetuosos, entendidos y cordiales. No siempre se siente una en su casa.

Cariñosamente, Mariví Verdú.


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sábado, 28 de septiembre de 2024

SEPTIEMBRE. BALANCE Y PROMESAS, por Mariví Verdú

Hace demasiado tiempo que no aireo mi alma y la pelusa gris de la desidia ha acaparado tiempo y espacio dejándole una leve película de vejez y descuido que no me agrada, una sequedad de boca y de ilusiones que no me puedo permitir. Ultimamente mi corazón solo sale al sol para trabajar como un gañán, pero a disfrutar de la vida no sale tan a menudo como solía hacerlo, se ha aclimatado a estas cuatro paredes levantadas en el monte y tiene miedo de moverse, vaya a ser que le toque otra despedida . Porque es lo que lleva haciendo desde hace mucho tiempo: despedir a gente querida. Llevo años sintiendo este prolongado dolor en el pecho y se está haciendo crónico. Temo que no pueda recuperar mi conocida inclinación por la hermosura y la alegría de vivir. Escribir me ayuda a encontrar ese resquicio de luz que necesito.

Empecé el párrafo de arriba el día veinticuatro. Hoy sábado, cuatro días después, retomo este folio virtual con la intención de acabar de memorizar dónde ha ido un año de mi vida y los motivos que me han hecho contar menos cosas,  menos que no significa dejar de vivir.   Y como octubre está a la vuelta de la esquina y el balance anual deja marca de insatisfacción y tristeza, no estoy dispuesta a ver solo el lado negativo de la vida, no  tengo muchas ganas de ahondar en lo inevitable, en los profundos vacíos que me horadan el alma. He de decir, en honor a la verdad y después de un repaso a mi tiempo, que desde el pasado septiembre he vivido cuatro o cinco vidas y todo con una intensidad inusitada, esa que llevo gastando desde que tengo uso de razón y que no acaba, esa que es mi venero, mi llama viva.

Desde hace muchos años, tengo una agenda donde anoto, día a día, las cosas dignas de mención y recuerdo. Conservo una buena tanda de ellas, ya tengo setenta y un años y llevo escribiendo en ellas hace más de treinta años. En la actual, en la de 2024, anoté una frase con la que concluía la hoja del día 1 de enero que dice así: “Cada día necesito menos para ser feliz. Me basta una tarde con los míos.”

La agenda la compré el día 2 en Canillas de Albaidas, de camino a Árchez, la primera vez que visitaba esos dos pueblos. Fui con dos amigas, una nacida allí, y visitamos el Río Turvilla y la Fábrica de la Luz. En un jardín junto al río cogió una violeta salvaje mientras la otra cortaba una ramita de lavanda. Acabaron en mis manos y las guardo secas entre las hojas de enero. El día 3 estuve en el Parque Taralpe con mi nieto, con Dani, y me ayudó luego con la comida. Hicimos albóndigas y comimos juntos. Y el día 4 compré un roscón de Reyes para visitar a mi prima Nina y a su novio Fernando (85 y 92 años). Fui con mi prima Julia. Ya no están ni Julia ni Fernando, los despedimos este año, se fueron felices pero con pocas ganas. Hoy doy gracias por la presencia amable de Nina, la prima que vivía en la Avenida de los Guindos, la del pozo con enredaderas de rositas trepadoras y ventanas azules... Cogimos naranjas de su hermoso naranjo cartameño con las que preparé una ensaladilla malagueña y tres de ellas las dejé junto a foto de mi hijo Cheche, a la entrada de la casa, en una especie de ofrenda o yo qué sé... El día 7 me fui con mis compañeros de UMA al Juanar, hicimos senderismo y llegamos hasta el Mirador de Marbella. Vimos África mientras brindábamos con champán por la vida...


Y todo esto solo en la primera semana de enero. Podéis imaginar el resto. He preparado cuatro exposiciones de pintura, tengo un libro en imprenta, han salido otros tres en donde colaboro, he acabado dos encargos de retratos, he ampliado mi círculo de amigos con Julia Rosé,  Ezequiel Benítez, Paco León, Caracolillo de Cádiz, Jorge Muñoz, Elvira y Carmen Martín, Pablo Balsera, Paco Escobar, Hugo Cuche, Paco Paredes, Alexis Díaz Pimienta, Pedro Martos... Y a muchas personas más.

He remozado El Garitón y he sacado en luz cuatro plumarias, hijas de la de mi amigo Juani Soler, y he creado muchas cosas, desde el disfraz de Megara para mi sobrina nieta Emma, hasta las cajitas personalizadas adornadas con flores de almendro, las piedras pintadas y tantas labores que no soy capaz de enumerar. Además, he estado en muchos sitios y he vuelto a tantos otros: Archidona, Villanueva del Trabuco, Casarabonela, Villanueva de Tapia, Salar, Moguer, Palma de Mallorca, Ardales, Guardamar del Segura, Ronda, Carratraca, Talavera de la Reina, Madrid...

Pensándolo bien, solo tengo motivos para estar agradecida y satisfecha. Y sin embargo me pueden los vacíos, lo no hecho, lo no aprendido, el tiempo perdido en pensar en Las Batuecas... Pero hoy, acabando septiembre, juro solemnemente dejarme de ir y soltar el látigo con el que me fustigo, quererme más y estar satisfecha por los ocho kilos perdidos y orgullosa por tanto como he ganado en la batalla contra el tiempo.


Desde El Garitón, peleando con la yedra y los viejos jazmineros, ganando por la mano,
Mariví Verdú

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domingo, 8 de septiembre de 2024

CONSTERNACIÓN Y TRISTEZA POR LA MUERTE DE EDUARDO BANDERA, por Mariví Verdú

Ha llovido esta tarde y esta noche. Hoy, día 7 de septiembre, víspera del día de la Victoria, nos han arrebatado a Eduardo Bandera. No quiero ni pensar cómo estará toda su familia, su mujer y sus hijos, sus hermanos y particularmente su padre, Juan Sánchez Trujillo "Niño de Bonela" que con sus noventa y dos años se enfrenta al golpe más duro que sufrir se pueda en este mundo. 



No he podido pegar ojo, ni con tila ni respirando profundamente: con nada. He querido ver fotos suyas, buscar su rastro en mi recuerdo y en en esta caja repleta de memoria que existe en mi ordenador. Y han salido tantas cosas: fotos, archivos, revistas, mensajes, correos...muchos años de relación con la Familia Bonela, con su madre Paquita y con todos ellos. He buscado en la revista Calle del Agua aquella saga de los Bonela que les dedicamos a la familia Sánchez Bandera y que por error de imprenta atribuyeron la autoría de mi entrevista a qien había sido artífice de la anterior,  dedicada a su padre. Pero no me importa quien lo firme, sé que fuí yo y me importa que en vida le di una grandísima alegría dedicándole siete páginas preciosas de biografía, de alegría, logros y proyectos...

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Había mucho que añadir a estas páginas. Eduardo estaba lleno de vida y su carrera profesional ha sido próspera, tsnto como la felicidad con su familia. Habría tantas cosas que añadir...

No tengo ganas de hablar ni de pensar más. Me gustaría dormir un rato y despertar dos días antes por malos que han sido los de esta última semana o mejor dieciocho años atrás, tres meses y una semana y que todo volviera a como estaba entonces, con dos sonrisas muy queridas cerca, vivas, en este mundo. 

Ayer, feliz como venía del querido pueblo de Almáchar, celebrando como miles de personas su 54 Fiesta del Ajoblanco, me encuentro al entrar en Facebook con la triste noticia que me llegó como un mazazo en mitad del pecho. Adiós a mi querido Eduardo Bandera. Me estoy planteando dejar las redes sociales, los bog y todo lo que tenga que ver con esta forma de recibir noticias, tan impersonales y a la vez tan directas que te dejan en un estado que antes no se vivía tan de sopetón, tan en frío, con la duda de tan cruel realidad y a la vez con la cotidiana normalidad a la que nos estamos habituando. Entended que no se puede vivir trivializando cosas tan grandes. Estoy muy  dolorida con la muerte que hoy me motiva a escribir en este blog, pero cada día me gusta menos hacerlo porque se está conviertiendo en un obituario. Son tantas las pérdidas que me cuesta levantar cabeza. Mi vida está llena de vacíos imposibles de llenar con nada de este mundo. 

Estaré fuera algún tiempo, fuera de todo lo que me deje tan triste y exhausta como me encuentro hoy.




Desde este Garitón que ando remozando, algo que quisiera hacer también con mi corazón, me despido con estas fotos tomadas el 26 de enero de 2010 en esta casa, en estos arcos y en compañía de Eduardo que ya descansa en paz.

Con cariño y mucha tristeza, Mariví Verdú

en septiembre 08, 2024 No hay comentarios:
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Con los años me doy cuenta de que lo más importante, antes de morirse, es haber vivido, haber disfrutado las emociones que la vida regala, compartiendo, sintiendo, equivocándose tantas veces como sea necesario. Amo a mi familia, no me entrometo en sus asuntos y tengo amigos. Rindo cuentas a diario ante mi misma. Ansío tener salud y procuro tenerla. No quiero perderme ningún amanecer. Necesito luz, aire, mar y quiero pintar, bordar, escribir, seguir el curso tan puro del almendro. Lo demás, si no está demás, es prescindible. Los años hacen que me sienta agradecida cada día por poder presenciar, mientras voy haciéndome pequeña, que un niño inteligente y bueno va creciendo mientras me llama abuela.
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