domingo, 20 de septiembre de 2009

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE HERIDA POR EL RAYO

Días de mucho, vísperas de nada.

Ya lo decía mi madre, días de mucho, vísperas de ná, y no hay refrán que no sea verdad.
Estos días pasados me había hecho propósito de enmienda con la promesa de escribir un mínimo de tres artículos por semana. Pero, los refranes se cumplen, más que las profecías de Jonás.
Y caen dos rayos aquí en la sierra y nos desbarata el ordenador a todos los del contorno. Y claro, como no me puedo estar quieta, me meto a peón de albañil, a pintora, a guisandera y a todos los oficios antiguos de mujer, mientras dejo la escritura para cuando nos llegue el aparatito de internet y mi técnico particular y queridísimo Pedro me configure de nuevo el genial invento que ha quedado hecho cisco.

Pero lo que yo realmente hubiera querido estos días era hablar de la luz, de la dulcísima luz de septiembre, luz nostálgica y limpia, templada y clara, atardecida, que nos adelanta los colores otoñales en aguadas bellísimas.
Yo muero con la luz de septiembre, y mucho más cuando incide en estos jardines alhaurinos que, después de la lluvia, aparecen de un verdor tan exuberante que ruboriza a las almas ingenuas y exalta a las más sagaces.
La luz, esa luz que implica sombra y color, que me abre los sentidos a la música y que me avisa de lo bello que puede ser este otoño visto desde un otoño de esperanza.
De nuevo estoy operativa, espero que no me parta otro rayo ahora que empiezo a vivir el resto de mi vida.

Desde este Garitón que empieza a ser como mi madre quería, Mariví Verdú.
*A mi hermana Magdalena, para que se mejore.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VAGÓN 12 DEL AVE. Crónica de un viaje exprés, por Mariví Verdú

Entrar en la Estación María Zambrano con una maleta y un billete de tren en la mano es salir al encuentro de la vida. Llevo lo imprescindibl...