sábado, 26 de septiembre de 2009

DOLIENTE Y DE OCCIDENTE MÁS TRISTE QUE SATISFECHA

No hay un momento de la vida que sea totalmente alegre, nunca lo hay. Y debiera tener motivos sobrados para sentirme contenta por la vuelta a la vida de Calle del Agua y por el calor y el apoyo recibido durante el acto de su presentación. Y, cómo no, por la emocionada satisfacción con la que recibieron los Botijos de Oro artistas tan importantes como Loli París y Carmen Fernández “Las Malagueñas” y Antonio Arjona.

Y ese fin de fiesta improvisado que suplió con creces al que yo llevaba preparado en la proyección. Precisamente, los agradecimientos. Por eso me olvidé de muchas cosas importantes y, lo que más me importa, olvidé nombrar y agradecer la presencia de muchos amigos: Manuel Ángel Rodríguez, mi profesor, consejero y emérito de mi alma; Diario la Torre, último bastión de la prensa libre, que ha publicado cuantas historia de Calle del Agua les envié, acercando la entidad que represento a tantos lectores que acuden a nuestro diario para informarse de lo que ocurre en Alhaurín de la Torre. Y pido disculpas a otros muchos artistas, presentes en la sala, unos por no haberme percatado de su presencia y otros por haberlos dejado a expensas de mi memoria. Por todo ello me sentí fatal a la salida, una vez calmada de toda la excitación del acto y las enhorabuenas que me hicieron llegar la gran mayoría de los presentes. Pero, si me sirve de excusa, he estado durmiendo dos horas de media estos cuatro últimos días y la cabeza no me dio para más. Y ese genial Pepito Vargas subido al escenario junto a Las Malagueñas, Rosi “La Divi”, Fran Vinuesa, Jorge Berges, Chaparro de Málaga, que brindó su galardón Taranto de Oro a los asistentes, y su hijo Jóse - para comérselo-, Paco Mora, singular bailaor y maravilloso rapsoda; Paco de Ronda, Alejandro de la Bahía, tremendo; Beatriz “La Suiza” y Estefanía, llenas de arte; Ana, Kiko, sembraito, Pepe Amaya y Rubén Lara… ellos sí que tuvieron la culpa. El arte, cuando se hace presente, me trastoca el corazón. Desde luego, sentí todas vuestras presencias calientes y cercanas, eso que nadie lo dude. Y muy especialmente la de Joaquín Villanova. Agradecí a Marina Bravo y a Luis Bravo en la puerta su apoyo y su presencia, sin embargo debo decir y lo digo que brillaron por su ausencia, quedando sus sitios vacios toda la noche, los alcaldes de Almogía, Álora y Comares, invitados al acto. Así mismo, la del técnico Manuel López y la del presidente de la Peña Torre del Cante, Antonio Fernández Sánchez, que ni siquiera excusaron su ausencia.

Como quiera que Carmelilla y Loli París tuvieron que trabajar esa noche, me fui con ellas. Volví a dormir pocas horas. Al día siguiente fuimos a ver a Paco Parra, Botijo de Oro de la IV Edición que no pudo venir por motivos de salud, y a llevarle la revista. Pero la subida a Los Montes fue triste. Había conocido la noticia de la muerte de un buen amigo, excelente persona, un joven que ha pasado media existencia entregado a Alhaurín de la Torre, al que el cáncer le ha robado la otra media. Les hablo de Miguel Ángel Huesca Mariscal. Los primeros contactos literarios que tuve en este pueblo tuvieron la preciosa sonrisa de Miguel Ángel como recepción. Así que ayer me quité de en medio, eso es muy duro para tragarlo sin luz del día. Nos fuimos a Comares por Los Montes, a respirar profundamente. Y ahora me voy a darle el último adiós y mi sentido pésame a sus padres, que deben andar como locos.

Desde El Garitón, más convencida que nunca de que no hay que dejar nada para mañana y de que la vida es una triste realidad que sólo los pesimistas como yo la llenamos de flamenco y de poesía. Un abrazo entrañable. Mariví Verdú.

*Ayer les envié un correo a Javier de Molina y a Manuel Ángel Rodríguez en el que, amén de un fuerte abrazo, les mandaba el compromiso de que, si no pierdo del todo el juicio, serán los primeros que citaré en la gala de diciembre. Una gala que tendrá trazos muy tristes porque, desde luego, no tengo más remedio que hablar de Miguel Ángel Huesca a sabiendas de que él no lo leerá. Desde luego, se echará en falta la presencia de este amigo más que ninguna otra. Todo lo demás pierde sentido, hasta mis problemas de olvido parecen tonterías ante la noticia de la muerte de este cariñoso e insustituible Ángel que se llamaba Miguel.

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