domingo, 29 de marzo de 2020

HOY AMANECE ANTES, por Mariví Verdú

Como todo va tan deprisa, hoy amanece antes. Anoche, cuando iba a acostarme, cambié los relojes para que no se me olvidara. Aunque la verdad es que es la primera vez que me importa poco si adelantan o atrasan una hora mi vida o la de nadie. Solo sé cuándo se recorta en luz dorada la silueta perdida del mar y de los montes y me devuelve esa ciudad ausente, testigo de mis días. Todo se va inundando de malva, de verdes pino y amarillos de hierba. La fuente oscura vuelve a ser el espejo del cielo y empiezan los pájaros a celebrarlo con su canto. Y me acordé de una mariana (palo del cante flamenco que está casi olvidado  en el repetitivo repertorio usado comúnmente). Me acordé del malva amoroso del cuarto de Moreno Galván:


(...)Que nuestro gusto se logre,
que el negro cielo se cuaje de estrellas;
serena y sin luna, y oscura la noche.

Ya se escucha el cantá de los gallos
y su cante anuncia que ya viene el alba
y esa era la horita, que se pone el cuarto,
tu cuarto, coló de malva. (...)


Así escribió el poeta Francisco Moreno Galván (La Puebla de Cazalla, 1925-1999), uno de los más flamencos que he conocido con el repertorio más influyente en todos los que a ese menester nos dedicamos y escribimos con el lado del corazón. Tengo el grandísimo honor de haber recibido el premio que lleva su nombre (2008 con mi tranajo  y de conocer a su familia y pasear por su precioso  pueblo que también fuera la cuna del cantaor inconformista y transgresor de normas José Menese (1942-2016) sumándose así dos talentos y ayudando con ello a la difusión popular de la obra poética. La Puebla de Cazalla La Puebla de Cazalla ha dado grandes artistas, grandes nombres del flamenco,  La Niña de la Puebla, Manuel Gerena, Diego Clavel...

Buscando la fecha de ese premio que conservo como oro en paño, he dado con una artículo que escribí para el diario de mi pueblo la misma mañana que se me entreaba y me sorprende que lleve tanto tiempo entregando y no esté vacía... Decía así: “Ayer tarde parecíamos estar dentro de un inmenso capullo. Así era el color del cielo, cerrado y de seda. Las chicharras cantaban y callaban al unísono. La noche vino transparente. Y la meditación sobre la vida y sobre las risas próximas me acercó al pensamiento la gran capacidad de olvido que tienen las criaturas. Si recordáramos el dolor que sufrimos durante el tiempo en el que se nos rompieron las encías para echar los dientes, no tendríamos ganas de comer siquiera. Si nos acordáramos de lo que fuimos antes de nacer y de lo que seremos después de la vida, nos enroscaríamos como una cochinilla bajo la piedra última. O besaríamos en la boca al mundo y seríamos más justos y humildes.” (...)

Esta noche pasada he soñado con un hombre que volaba en parapente por un cielo rayado de nubes altas y, mientras le observaba, pensaba: con el viento que hace, qué valor tiene. Me dio vértigo y seguí haciendo mis cosas en el campo. Que se caería, estaba viéndolo venir. De pronto, entre dos árboles oníricamente gigantescos, vi el esqueleto abierto como dos alas davincinianas y aquel hombre cayendo en pie. Vino hacia mí. No hablé con él más que para preguntarle si se encontraba bien. Me dijo que sí y desperté. Creo que es mi versión de la esperanza en la vida del ser humano. No entiendo de sueños, no sé interpretar más que lo que toco pero quiero creer que es algo bueno, un sueño positivo, cosas del subconsciente, digo yo.

Hoy, tercer domingo de aislamiento, no tengo nada claro si el quinto domingo va a salir nadie a ver al resucitado. Tiene poco mérito estar encerrados aunque parece que para muchos resulte un problema insuperable. No sé qué podría pasar si al encierro lo acompañaran la escasez de alimentos y medicinas y nadie pudiera hablar ni ver a los suyos por estos medios que hoy tenemos tan a mano. Miedo me da pensarlo. Ríanse todos de los caníbales, de los cárteles y de terrores varios. Pánico total. Así que, si sobrevivimos, yo me quedaré en casa dando íntimamente las gracias, cada uno se las dará a su dios, a la mayoría de seres humanos que han sido nuestros cristos y salvadores, los que han dado lo mejor de sí mismos poniendo en peligro sus vidas y la de los suyos por salvar las nuestras. Sería lo recomendable. Y lo justo. Los abrazos para cuando se pueda. Siempre. Abrazos.

Al sol que nos alumbra y a los lectores que no les gusto pero me leen.
Desde El Garitón radiante, Mariví Verdú

*En la segunda foto, estoy junto a la hermana de Paco Moreno Galván y entre los miembros del jurado. La primera es mi cuarto, mi cómoda, un día de hace mucho tiiempo, amaneciendo.

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