miércoles, 15 de abril de 2020

DESAPRENDER, por Mariví Verdú

Hay un momento en la vida en el que todo el aprendizaje adquirido así como nuestra escala de valores empieza a no servirnos, unas veces porque nos cuestionamos los resultados en carne propia y  otras porque la vida nos va enseñado nuevas formas, nuevos conceptos, nuevas alternativas. Y no es que no sirva para nada lo anterior, los posos que el tiempo haya ido dejando a cada uno conforman nuestra vida haciéndonos ser las personas que somos, pero, como decía Aute: el pensamiento no puede tomar asiento, el pensamiento es estar siempre de paso. Pues así ha evolucionado desde el principio la humanidad: rodando, como la piedra de León Felipe. O tirándola y floreciendo como la de Juan Ramón... Tira la piedra de hoy, olvida y duerme. Si es luz, mañana la encontrarás, ante la aurora, hecha sol.

Cada uno de nosotros somos el resultado de una educación programada por los gobiernos y confirmada en el seno familiar, somos herederos de un legado ideológico, lingüístico, y cultural, lleno de tradiciones y de convencimientos que un día, por cualquier situación -la mayoría de  veces por causa externa, grave y de ruptura-, nos replanteamos sin más y, de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, cambia nuestra vida y nos encontramos de nuevo desnudos como en el momento del alumbramiento. Ahora, con este miedo a lo desconocido que sufre el mundo por el maldito Covid 19, un problema que ha venido a ponerlo todo patas arriba, ha llegado el momento de quemar las naves. Se establece un nuevo orden de cosas, una nueva forma de vivir que tendremos que asimilar y deglutir despacito y sin atragantarnos. Estamos en un momento de inflexión a nivel mundial. Cada uno lo tomará a su manera pero lo tomará obligatoriamente porque no hay forma de evitarlo. Siempre habrá quien ni siquiera se plantee esta cuestión y, dejándose llevar, no saldrá de los cuatro ladrillos donde bailó el tango de su vida: comer, dormir, rezar y joder  (en todas las acepciones de jodienda) esperando que dios o el rey le saquen las castañas del fuego. Van listos. Anda que estos últimos están por la labor...

Los conflictos tal y como los conocíamos han quedado obsoletos. Habrá que replantearse el estado de guerra vivido hasta la fecha en todo el orbe y darlo por finiquitado. El llamado conflicto generacional ya tampoco existe como tal por problema de edad, existe por la postura de unos padres inamovibles que no han pensado en cambiar un ápice del sitio que creen ocupar pero que ya no es el de la atalaya. -Ahora no sabe nada ni el padre ni el hijo y mucho menos el espíritu santo-. La vida entera, desde que el ser humano existe sobre la faz de la tierra, ha sido una eterna improvisación. Yo la sabía desde hace mucho tiempo: soy aprendiz de abuela, como lo fui de madre y de hija, como seré aprendiza de vejez y de muerte llegada la hora. Aprender y desaprender, cambiar el rol de sabelotodo por el del aprendelotodo, ahí está el quid de la cuestión y de la supervivencia.

Los Hermanos Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín, pareja de autores famosos desde principios del Siglo XX y durante el franquismo, fueron autores de teatro, mayormente de comedias melodramáticas llenas de prejuicios morales y poco fieles a la profunda y verdadera historia de Andalucía. En "Malvaloca" decían esta letrilla que se quedó en mi memoria:

Merecía esta serrana 

que la fundieran de nuevo 

como funden las campanas.

Esperemos que nadie tenga que fundir a nadie y que todos seamos conscientes de realizar el cambio por sí mismo, de voluntad propia. Sé que a muchos nos gustaría dar un giro de 180 grados y descubrir sin esfuerzo esa nueva dirección que lleva a la felicidad pero no sabemos adónde nos llevará ésta senda nueva, tal vez a Ítaka. Siempre nos lleva a Ítaka. Y habrá que seguir caminando. En el camino está la vida. Aceptemos que ha llegado el momento de desaprender. Sé que es complicado pero habrá que hacerlo sin traumas, despacito, con mucha paciencia. Vamos juntos, no queda otra.

Desde El Garitón empapadito de lluvia, Mariví Verdú

* Me comenta un amigo, maestro en éstas y otras lides, que en el apartado de soleares de tres versos presentes en el pueblo, en la "Colección de cantes flamencos" de Demófilo, en 1881, anterior a la obra de los Álvarez Quintero, ya aparece la misma soleá. Creo que debía incluir esta nota. es de justicia literaria. Muchas gracias, Salvador. Ya me parecía a mí que tenía mucha enjundia la letrilla...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VAGÓN 12 DEL AVE. Crónica de un viaje exprés, por Mariví Verdú

Entrar en la Estación María Zambrano con una maleta y un billete de tren en la mano es salir al encuentro de la vida. Llevo lo imprescindibl...