miércoles, 1 de abril de 2020

¿OS ACORDÁIS DE "EL PARTE"?, por Mariví Verdú

No solo nacemos bajo un sol, en una patria, en una tierra, nacemos sobre todo en una lengua... Emilio Lledó, filósofo.

¿Os acordáis de “el parte”? Hace años los españoles llamábamos el parte a las noticias, más o menos a lo que hoy llamamos telediario o informativos. Y le llamábamos así porque hace ochenta y un años, un día como hoy, se leyó el parte de guerra en el que se anunciaba en voz de Fernando Fernández de Córdoba el final de la misma (...) En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo...(...) El día 1 de abril de 1939 con este mensaje ofrecido a todos los españoles desde Radio Nacional de Burgos se  ponía fin a una contienda entre hermanos, nuestra guerra civil. Mi madre se lo sabía de memoria y yo no lo olvidé porque supuso para ella, que solo tenía dieciocho años, el final de una etapa de muerte, una muerte clara que convivía en su Calle Pacífico y en su propia casa, ya que le mataron a su hermano Antonio, hecho por el que su madre envejeció de golpe y cayó la tristeza en toda la familia. Fue un luto tan grande el que mi abuela llevó por dentro que no dejó nunca de mostrarlo por fuera y vistió de negro y gris durante toda su existencia. La muerte, que pasaba por su lado a cara descubierta, dejó paso a otra muerte sombría, oscura, una muerte a hurtadillas que vivía en los ojos de la gente, en sus rencores y en el miedo a abrir la boca. Yo conocí ese miedo, ese silencio espeso y la humillación de doblegarse ante el mando que mantenía por cojones los ideales guardados en el pecho, ahogados y pudriéndose sin libertad.

Pues sí, en mi juventud hoy era día de fiesta, el día de la victoria, no había colegio y nos recordaban lo importante y lo agradecidos que debíamos estar al que era el jefe del estado por permitirles vivir a los que quedaron en pie de rodillas y darnos la paz a una generación adoctrinada que se engendró en posguerra y que continuaría con la labor del silencio. Esa generación fue la mía. Sí, tener todo eso en mi memoria quiere decir que soy, que soy mayor, bastante mayor, que soy del siglo pasado. En éste invivible Siglo XXI, la mayoría de jóvenes y niños desconocen lo que fue la guerra civil y lo que significó, tanto para mis dos generaciones anteriores como para la mía, para mí misma. Fueron tiempos donde no había nada que elegir, nada que discutir, nada que pensar, solo repetir como papagayos lo que el adoctrinamiento de la dictadura y la iglesia nos mandaban. Tampoco teníamos otras referencias para hacer comparaciones y vivíamos con lo que teníamos: con las orejeras puestas desde que llegábamos al mundo. Hoy, desgraciadamente, estamos viviendo una situación que se parece bastante a la guerra que sufrieron los bisabuelos y el aislamiento que sufrimos los que hoy somos abuelos. Ahora, tristemente, tenemos con qué comparar para que los jóvenes entiendan un poco el sufrimiento y el miedo. Existían las fronteras, eran como las de hoy con el dichoso corona virus, el estado de alarma, algo muy similar a lo que vivieron mis padres y abuelos en tiempos de guerra, la obediencia sin discusiones parecida a la que hoy sufrimos por el miedo al contagio... en ésta ocasión es, al menos,por el bien común.

No quiero imaginar lo que sería vivir este estado de alarma sin los medios que tenemos a nuestro alcance, desde la electricidad, para que funcionen los electrodomésticos y ordenadores personales, hasta la telefonía o el wifi; sin agua corriente, calentador de agua, combustible, vehículos, salud pública... Es mejor no pensarlo porque vivimis en presente. Ya no vale quejarse de la historia, solo aprender de ella La que escribimos ahora me importa mucho más. Los enteraillos del Covid 19 son una pandemia más grande que la propia enfermedad. Estoy viendo gente en confrontación permanente sacando banderas que no tienen ni siquiera el derecho de enarbolar. Y yo, que vivo en la utopía, en varias utopías a la vez en este ir y venir sin llegar a Ítaka, soñando con un despertar de la humanidad donde lo mejor que pude discernir de la religión que me impusieron se haga realidad: amar al prójimo como a tí mismo. (Como habréis comprobado, no he dicho en el bando que luchó mi tío muerto, solo que perteneció a la generación del biberón y no le tocaba empuñar un arma. Fue una ráfaga de metralla la que le quitó la vida y a nadie importa ya de qué color iba vestido. La muerte es lo único trascendental.) Solo pregono la paz, y la paz hay que buscarla dentro del corazón. Dejad que los niños se acerquen a la utopía de un mundo mejor. Hagámoslo mejor. Las grandes cosas que se han hecho en la existencia, en la vida, han sido fruto de la utopía. No lo digo yo sola, lo dice el filósofo Emilio Lledó: hay que tener muchas utopías para salir del mal.
 
Desde El Garitón, esperando un parte que nos diga: la humanidad unida, solidaria y en paz ha derrotado al virus. Reconstruyamos nuestro mundo unidos por un bien común. Así sea. Mariví Verdú

1 comentario:

  1. Hola Mariví, tienes razón. Mi suegra, una mujer luchadora, que supo vivir y hacerse cargo de 4 hijas y 1 hijo por fallecimiento temprano de su esposo, vivía temporadas con mi esposa y conmigo; siempre estaba pendiente de que la comida terminara antes de dar "el parte", e inmediatamente se sentaba ante el televisor (o la radio) para escucharlo. En cuanto a los "bandos", un ejemplo claro lo dieron dos primos míos, cada uno en un ideal distinto. Su padre había sido asesinado por uno de los grupos, pero los dos primos llevaron siempre una vida cordial, y ajenos a la política. Enhorabuena Mariví.

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