martes, 14 de abril de 2020

NO SE BORRA DE MI MENTE, por Mariví Verdú

El camino de la vía
regando voy con mi llanto,
son tan grandes mis quebrantos
que tengo la fe perdía
y el mundo me causa espanto.

Así sentía. Así cantaba La Trini.

Hoy es catorce de abril y, llegada esta fecha, no puedo evitar traer el recuerdo de Trinidad Navarro Carrillo “La Trini”, famosa cantaora nacida en la segunda mitad del Siglo XIX en Málaga, creadora de varias formas de estilos de malagueñas. Su fama y su azarosa vida es de todos bien conocida. De su fuente bebieron cantaores de la talla de Antonio Chacón o Pastora Pavón “Niña de los Peines”, ni más ni menos. Siempre me han gustado sus letras y el aire de sus creaciones, particularmente una de ellas -creo que la más significativa- porque en sus versos nos cuenta un hecho doloroso que marcaría dramáticamente su vida y su futuro:

No se borra de mi mente
día catorce de abril,
y siempre tendré presente
porque ese día me vi
a las puertas de la muerte.

Estos impresionantes versos que cantó en su malagueña los escribió a raíz de sufrir la gravísima intervención quirúrgica que le practicaría con éxito el Doctor Gálvez Ginachero.

Siempre pensé que esta copla tenía algo que ver con el Día de la República. Y lo tiene por la  coincidencia de fecha de ambos acontecimientos que en mí memoria son ya inseparables. Y aunque no soy de celebrar mucho eso de los días oficial y mundialmente impuestos en el calendario -soy mujer de diario, totalmente al pie del cañón cualquiera de los trescientos sesenta y cinco y un día más cada cuatro años en los bisiestos-, hoy lo celebro. Y lo celebro porque para mí cualquier día es el día de la justicia social, el de la educación, el del planeta, el de las abejas, el del agua, el de los derechos humanos, el de los niños, el de la libertad, el de la solidaridad, el de las naciones unidas, el de la erradicación de la pobreza, el día de los inocentes, el de los refugiados, el de la filosofía, el del campo, el de la amistad, el de la paz... Señores, hoy es mi día, el día en el que deseo que todos aceptemos el mismo color en la sangre, los mismos derechos y los mismos deberes: las mismas posibilidades. Si eso requiere ponerle colores, no duden que se los pondré: dos ya los tiene pero pintémosle también el color de la tolerancia. Queda más bonita y mucho más sincera...Sí, sí, la bandera, la bandera.

No es malo pensar y decidir, saber lo que se es. Tampoco es malo amar y desear para el vecino lo mismo que queremos para nosotros mismos, lo malo es no dejar que lo hagamos y reprimir lo poco que nos va quedando de humanos en el alma. Salud, compañeros.

Ya ha pasado un mes de los largos, de los de treinta y un días, y seguimos recluidos. Y parece que ha servido para algo. Hoy hay un atisbo de esperanza por lo que seguiremos encerrados el tiempo que haga falta. Los sacrificios tienen su mérito y su recompensa.  Todo sea por la causa, amigos.


Desde este alto rinconcillo de las estribaciones de la Sierra de Mijas que busca el mar, me despido hoy, catorce de abril, con aires de La Trini y os canto esta malagueña que escribí hace dieciocho años en el trabajo “Por despecho”:

Ay de la pena de ser
humanamente mortal,
divinamente mujer,
poéticamente...fugaz
mariposa de placer.

Si en algo ayudaron mis palabras a entretener el encierro, ole ahí. 
Cariñosamente, Mariví Verdú

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